«…ahora me arrepiento de no haber seguido con mis estudios»

“No les hice caso a mis padres… Ellos me decían: “es por tu bien…” Pero me aburría ir a clase. No me  interesaba nada todo aquello. Matemáticas, historia, geografía… ¡Qué coñazo! ¡Y los profes…!

 Total, que no terminé el bachillerato. Me puse a trabajar, me compré coche, luego el piso, me casé… y no es que me haya ido mal, pero habría podido llegar más lejos. La verdad es que he perdido oportunidades. Ahora me arrepiento de no haber seguido con mis estudios.”

Recientes Investigaciones sociológicas señalan que una de las frustraciones que marcan más a las personas es la de no haber logrado una mejor formación. Es un sentimiento que se manifiesta en todos los niveles educativos. Desde quienes no acabaron los estudios primarios hasta profesionales con titulación universitaria.

-«Siempre me ha pesado no ir a estudiar y a trabajar al extranjero.»

-«El inglés es mi asignatura pendiente…»  

-«Cuando acabé derecho tenía que haber hecho un MBA.»

España ostenta el lamentable record del fracaso escolar más alto de Europa en enseñanza secundaria: ¡roza el 30%!

Por eso, los concursantes del programa de Tele5 “La joya de la corona” (con edades comprendidas entre los 18 y 27 años), citan el Manzanares y el Danubio como algunos de los ríos más importantes de España, sitúan la Revolución francesa en el siglo XV y no identifican el Taj Majal cuando se lo muestran en una foto…

¿Qué estamos haciendo para que el mundo y nuestra sociedad interesen tan poco a tantos jóvenes? Su universo está en Facebook, messenger, las blackberrys… Para eso les sirve la tarifa plana de Internet. «Always on», pero «off» de la otra realidad. Conectan entre ellos. Pero ¿por qué les ayudamos tan mal a conectar con su futuro?  

En España 40.000 estudiantes se quedan cada año sin plaza para estudiar un grado medio de FP. Eso hace que muchos de ellos renuncien definitivamente a continuar su formación. Es lo que se llama el «abandono educativo temprano» que en nuestro país es 17 puntos superior a la media europea. ¡Gran record de nuevo!

Y otro dato deprimente: la mitad de los estudiantes, cuando llega a los 15 años, ha repetido algún curso. En este ambiente tan asfixiante de desinterés, desmotivación y falta de estímulos, se mueven nuestros jovencitos y jovencitas.

No extraña que muchos se harten y lo dejen todo, y se cuelguen de sus padres hasta la desesperación de ambas partes, porque lo de encontrar trabajo…

Pero nunca es tarde. Transcurridos unos años, esos jóvenes entienden el mundo que tienen por delante y buscan la manera de recuperar el tiempo perdido.

 “La verdad es que, si quiero encontrar curro, no tengo más remedio que ponerme a estudiar algo…”

Por eso la demanda en personas mayores de 18 años para sacarse el Graduado en ESO, o para conseguir un título de Formación Profesional, se están disparando. También las universidades ven aumentar el número de estudiantes mayores de 25 años.

En los tiempos de antes de la crisis, no eran necesarios grandes estudios para poner ladrillos y ganar un buen dinero. Ahora, para ganarlo, hay que poner los ladrillos de una buena formación. Y no hay más.

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2 comentarios

  1. Muy interesante el post Juanjo.

    Mi experiencia en la universidad con los jóvenes me dice que el reto principal es hacerles ver su futuro y las posibilidades que tienen de comenzar a darle forma desde su esfuerzo actual en la universidad.

    Por desgracia con 21 años no tienes la experiencia suficiente para atisbar las necesidades futuras, y pocas veces el interés suficiente para entender cuando te las explican. Entender esto supone dar más relevancia y poner más empeño en el estudio.

    El análisis del esfuerzo que hacen en la universidad y su idoneidad para su futura vida laboral, en muchas ocasiones les cansa ya que, como he dicho, les exije otra forma de ver y pensar su trabajo diario para el estudio. Además les saca del cómodo esquema de «mi objetivo es aprobar la asignatura y nada más».

    Ante la sugerencia de que son futuros profesionales en formación algunos de ellos prefieren seguir siendo «estudiantes».

    Por suerte, no son todos los casos. Hoy mismo he tenido una reunión con alumnos que consiguieron buenos resultados el curso pasado para darles las gracias en mi nombre y en el de la universidad, y pedirles que sigan por ese camino para bien de todos, incluso de sus compañeros de clase.

    Como complemento al título de tu post, y como bien sabes, suelo tener muchos profesionales invitados en las jornadas que organizo en la universidad. Cuando abordamos en la sobremesa el tema de la formación en la uni la frase que más se ha repetido entre los profesioneles invitados ha sido…

    «me encantaría volver a mis tiempos de universidad para enfocar de otra forma totalmente distinta el esfuerzo que hice»

    Ahí estamos, intentando que saquen el mayor provecho posible a su tiempo de formación en la universidad. «Mejorando la productividad… que dirían algunos»

  2. Hola Juanjo,

    Estoy de acuerdo con tu opinión, pero permíteme un matiz: Defiendes en tu escrito la educación como medio para conseguir algo, y relacionado con la vida profesional. Pero, ¿por qué no defender la educación per se, sin más objetivo que el de formar mejores personas, no solo buenos profesionales? Abogo por separar de inicio la educación del rendimiento en términos monetarios (si es buena, tambien tendrá consecuencias sobre nuestra vida profesional).

    Un saludo,

    Jon Alberdi.

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