¿Alguna vez te preguntan qué sientes?

Quizás esa pregunta se la planteas a tu amor mirando profundamente dentro de su alma.
O quizás sea tu amor quien te haga a ti la pregunta.
O quizás os la hagáis mutuamente…

O quizás no necesites nunca ni la pregunta ni la respuesta porque están implícitas en el conocimiento del otro.

¿Qué sientes? ¡Es una hermosa pregunta!

Para muchas personas hacerla o responderla no suele ser sencillo. ¿Por qué? Porque no estamos acostumbrados ni a escucharla ni a pronunciarla.

¿Qué tal estás? ¿Qué tal te ha ido? ¿Cómo lo habéis pasado? ¿Qué te ha parecido…? Son preguntas inocuas que se quedan en la puerta de los sentimientos sin atreverse a entrar hasta adentro.

Penetrar en el universo de las emociones profundas nos da pudor. Y en la vida nos vamos acomodando a los ruidos que conforman las relaciones. Construimos nuestro mundo llenándolo de «cosas». El hogar, las vacaciones, las aficiones, el trabajo, el dinero, las compras, los proyectos… Y la familia, los hijos, los padres, los amigos, las relaciones, los problemas laborales, la convivencia… Y las enfermedades, las preocupaciones, las incertidumbres…

Todo ello está lleno de sentimientos y preguntar por ellos es muy saludable. Muchas veces un abrazo que dice «sé cómo te sientes» no requiere más palabras. ¡Es el consuelo que se transforma en alegría para el alma y fuerza para seguir!

«¡Si quieres ser feliz, no analices, no analices…!»

Me lo decía un amigo. Nunca quería ver películas tristes y cambiaba de canal si alguna escena en la tele le perturbaba. Yo le decía:

-«¡Pero la vida sucede y está llena de todo eso!»
-«Ya lo sé -afirmaba- pero prefiero que no me contamine…»

Ahora la crisis ha transformado el mundo. Hemos pasado de ver, en general, «la vie en rose» a tener un paisaje de nubes oscuras que nos ha quitado la tranquilidad en el futuro. Y si pensamos en nuestros hijos y nietos, ni te cuento…

El miedo se ha colado en nuestras percepciones y lo altera todo. Pero ¿es un miedo real o inducido?

La sociedad, y sobre todo las personas, estamos ahogados de información tóxica, de noticias inquietantes, de horizontes inciertos. Los medios de comunicación parece que responden a una consigna: Todo está fatal y no hay señales de esperanza. La vida de ahora en adelante va a ser muy jodida. Te va a tocar sufrir.

Muchas personas viven agazapadas, al borde de la desesperanza, sin saber qué camino tomar ni qué hacer con sus vidas. ¿Se puede vivir así? Los pueblos más pobres, sin las necesidades que nosotros nos hemos creado, asumen sus carencias como algo natural. Nosotros no.

El que saca fuerzas de flaqueza y se dice conmigo no van a poder y tira para adelante con el motor del esfuerzo, la lucha, el optimismo impulsor, la búsqueda de ideas nuevas… tiene ganado el cielo del mañana. Pero eso no quita la crueldad de la ausencia de mensajes que ayuden a vivir.

La vida está cambiando y más que va a cambiar. Para muchos ha sido de sopetón. Pero… ¿no es posible crear una pista de aterrizaje más suave para que sea más soportable este presente que nos toca vivir?

Hemos tenido un cambio de gobierno del que muchas personas esperaban más luz. Aunque sabíamos que esto no era un aquí te pillo, aquí remato la crisis…

La Reforma Laboral, aprobada el pasado viernes 10 de febrero, tiene, como no puede ser de otra forma, las distintas lecturas de empresarios y sindicatos… ¡Y los trabajadores en medio sufriendo por el doble mensaje! ¿Qué sienten los trabajadores? Algunos pensarán que es una oportunidad. Otros que es momento de ponerse las pilas. Muchos sufrirán viendo el riesgo del paro…

¡Después del Consejo de Ministros me hubiera gustado oír un mensaje directo a los trabajadores! A quienes buscan empleo, a quienes temen perderlo, a quienes están perdidos. ¡Porque esa reforma les afecta a ellos como personas y son los que la sienten y padecen!

¿Has oído alguna vez a algún político preguntar qué siente la gente? Yo no.

Si nos dijeran «sé lo que sentís, sé que vosotros y vuestras familias lo estáis pasando mal, que vamos a ganar esta batalla, que volveréis a ser felices, que esto lo hacemos pensando en que será bueno para vosotros por esto, y esto…» Pero no. Bla, bla, bla… Hablan para la prensa, los sindicatos y la CEOE.

 Si el gobierno tiene estimado cuánto tardará la Reforma laboral en generar empleo ¿por qué no lo dice claro? ¡La esperanza ayuda!

La gente necesita mensajes que vayan directos a su corazón, a sus sentimientos, a sus esperanzas. Y si esa Reforma afecta tanto a la Gente, con un alma en mayúsculas, hay que contársela a la Gente con pasión. Aunque sea duro, amargo y difícil de tragar… pero hablándoles al corazón, abriéndoles una ventana para que miren hacia un horizonte más luminoso…

Churchill, aquel 13 de mayo e 1940, se dirigió a los británicos. El colosal drama de la guerra se cernía sobre el pueblo. Su discurso fue directo a sus sentimientos. No les doró la píldora. Les dio la verdad cruda, pero con una voz envuelta de esperanza.

«No tengo más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor… Me preguntáis: ¿Cuál es nuestra aspiración? Puedo responder con una palabra: Victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar del terror, victoria por largo y oscuro que pueda ser su camino; porque sin victoria no hay supervivencia. Tened eso por cierto. Yo asumo mi tarea con ánimo y esperanza. Venid, pues y vayamos juntos adelante con nuestras fuerzas unidas».

Él sabía lo que sentía su pueblo. Y, sin preguntárselo, les dijo lo que necesitaban oír. Y se sintieron fuertemente abrazados.

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2 comentarios

  1. Hola Juanjo:

    Que verdad que poca gente nos preguntan, que sientes? pero más triste es cuando no somos capaces ni preguntarnos nosotros mismos por lo que sentimos.

    Te lo he dicho personalmente, hace un ratiro en la interesante conferencia de Carmen y Gervasio Posadas, pero lo repito ahora en este blog: que siento en estos momentos? Gratitud por tener la oportunidad de oir y conocer a Carmen Posadas.

    De Gervasio no sabía nada, pero creo que a partir de hoy, va a ser distinto.

    Juanjo, Gracias a TI, por compartir tus amistades con los demas.

    Ana (la de Zarautz)

  2. Pues la verdad es que no… No es una pregunta habitual, aunque es bonita y denota preocupación e interés por el otro.

    Me ha hecho sonreir el título de su blog. Después de coincidir en una comida, en un email me dijo que la vergüenza había que dejarla a un lado. Qué difícil! :)))

    Silvia

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