¡Cuidado! ¡Puede ser peligroso el nivel de confort que disfrutamos!

Las personas, las empresas, las instituciones, los países… todo lo que tiene que ver con la condición humana necesita la misma energía para progresar: visión, empuje, esfuerzo, entrega, ilusión… Y asumir riesgos.

Quienes tenemos la suerte de haber nacido en este lado del mundo tomamos por descontado lo que la civilización nos regala. Mientras tanto la mayor parte de la humanidad sufre graves penurias. Además, la brecha entre ellos y nosotros se agranda sin piedad. Ahí tenemos el mayor problema de la humanidad y sin solución visible.

Llegar hasta donde nosotros hemos llegado ha supuesto el empeño de nuestros padres, abuelos y bisabuelos. Ellos pelearon duro para dar a sus hijos y a nosotros una vida nueva.

Viene bien de vez en cuando echar una mirada hacia atrás y, de paso, enviar un recuerdo agradecido a quienes, con su trabajo, ayudaron a ponernos donde hoy estamos.

Nos parece lo normal la TDT, los smartphones, el AVE, la Villeda y el Nespresso… Nuestros hijos y nietos no pueden imaginar cómo era España hace tan solo 60 años. «Bienvenido Mister Marshall» les parece una película de la prehistoria…

En el cine americano de esos mismos años se veían cochazos con dirección asistida y aire acondicionado mientras en muchos pueblos de Castilla, Extremadura, Andalucía… la gente tenía que ir a buscar el agua a la fuente pública con un burro y dos tinajas.

Nos hemos instalado en tal nivel del confort que algunos trabajos ya no nos parecen dignos de nuestro nivel de vida… y se los encomendamos a los inmigrantes. Entretanto, montones de jóvenes «Ni Ni» (Ni estudian, Ni trabajan) viven del cuento amarrados a la economía paterna…

Pienso a veces que no es que no haya trabajo sino que lo que padecemos es un fatal exceso de confort.

El confort puede producir una esclerosis paralizante. No sólo a las personas; también a los estados.

El doctor Hans Rosling (http://tinyurl.com/32fzttp) ha hecho profundos estudios sobre la evolución del mundo desde los años 50 hasta el 2010. Dice que los más ricos, como Luxemburgo o Suecia, no tienen que luchar para alcanzar mayores cotas de confort. Ni tampoco tienen que competir con otros países a los que alcanzar. Y eso, dice Rosling, les hace incapaces de «predecir» su futuro.

El debate político en países ricos y acomodados, dice Rosling se limita a los próximos tres años. En cambio, si hablas con dirigentes de India o China, sus planes miran 25 años más allá. ¡Hablan y sueñan sobre cómo será el mundo que dejarán a las próximas generaciones!  Saben a dónde van, a lo que aspiran, que en realidad, es a las mismas cotas de confort que disfrutamos ahora nosotros.

Ese es su reto. La ambición y la energía que les mueve.

Es peligroso instalarse en el nivel de confort que nos ofrece la sociedad.  Y de que también lo hagan nuestros jóvenes. Quienes vienen empujando con fuerza y con ganas de progresar pueden no solo alcanzarnos sino dejarnos de lado.

Nuestro confort no es un don que nunca podemos perder. Para darse cuenta de ello también conviene echar una mirada hacia atrás y fijarnos en lo que ocurrió en otros pueblos, bien cercanos a nuestra cultura…

A buen entendedor…

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Vacaciones de verano para los que tienen curro.

Vacaciones de verano.

Cruceros por el Báltico, hoteles en la República Dominicana, vuelos a paraisos cercanos… Sueños al alcance de la Visa.

Algunos anuncios ofenden sin quererlo.

Pienso en esas personas que el año pasado por estas fechas, veían ofertas de viajes en la TV y hacían planes. Este año hacen zapping y se saltan los anuncios porque ojos que no ven, corazón que no siente. ¡Aunque sí siente!

Nuestro mundo está hecho para los que pueden pagárselo. Pero compartimos las mismas tentaciones los que se lo pueden permitir y los que casi todo les resulta inalcanzable.

¡Esta sociedad es un milagro! O pensamos que en ella puede ocurrir el milagro. Por eso vienen a nosotros hasta en patera. Es que hay lugares peores de los que escapar y donde los milagros nunca suceden.

¡Debemos empujar el consumo para que la economía crezca, dicen los economistas!

Incitar a consumir tiene cierta indecencia si uno piensa en los que lo están pasando mal. Pero todo se mueve en el mismo cauce y una cosa alimenta a la otra y asi sucesivamente.

La publicidad de caribes, islas griegas y playas de Levante, aunque apunte a su «target», alcanza también al padre de familia en paro. Y eso es lo que ofende quizás.

No es inocuo, la verdad. No es inocuo estimular el consumo sin padecer por los que perdieron su trabajo y ven oscuro el porvenir.

Aunque da energía ver a gente que para salir adelante, a pesar de las vacas flacas, no se resigna. Gente que dice sí a trabajos que otros no quieren. Gente que saca tiempo y ganas de estudiar para dar un cambio de rumbo a sus vidas cuando la oportunidad surja. Y esa oportunidad a ellos sí les llegará .

Nuestra sociedad es para los ambiciosos. Y para los que combaten y ponen los medios para recuperar sus ambiciones.

En estos tiempos en los que algunas ambiciones resultan inaccesibles para muchos, ciertas tentaciones publicitarias pueden herir la sensibilidad social. Creo. Y más en tiempos de vacaciones de verano siempre soñadas.

De todas formas algún alivio nos ha dado la Selección Española de futbol ganando el mundial. Estas emociones no arreglan la vida pero calman los nervios….

¡Y vaya usted a saber si una sobredosis de optimismo como esta empuja a todo el pais hacia adelante!

Puede ser que sí.

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