Para ganar dinero en Internet, ¿en qué sector hay más oportunidades…?

Esta preguntita me la hizo hace unos días un amigo que necesitaba temas para una conferencia que estaba preparando.

Yo -le dije- suelo responder a estas cuestiones con tres palabras: yo qué sé…»

¡Ay! Si yo supiera dónde está el tesoro… ¡Ya hubiera ido a buscarlo!
Los aciertos y los errores en Internet son tan variopintos que es difícil situar la cosa.
Cada persona, cada emprendedor, tiene modos diversos de captar oportunidades que puedan convertirlas en negocio digital. Y en eso tiene mucho que ver inteligencias, capacidades, competencias, percepciones, informaciones, contactos, hábitat, familia, experiencias, formación…
Pero pasar de la visión de la oportunidad a transformarla en un proyecto empresarial con todos los sacramentos, supone un proceso complejo que, casi siempre empieza por encontrar quien te acompañe, quien invierta y quien ayude a gestionar la empresa para llevarla a la rentabilidad.

Los fundadores de Google, Page y Brin, presentaron su idea a Paul Flaherty en Alta Vista que en aquel momento tenía más del 50% de las búsquedas en Internet.

Flaherty no tuvo «vista alta» y dijo NO a lo que luego fue Google… Supongo que seguirá tirándose de los pelos.
¿Tuvo poca visión para olfatear lo qué luego sería una convulsión para Internet y para el Mundo?
¿O fallaron Page y Brin en no saber explicar a Flaherty la potencia de su idea…?
O, quizás, ¿tampoco Page y Brin sabían hasta donde alcanzaría el desarrollo de su proyecto…?
Esos interrogantes no se despejarán nunca. El porvenir de las ideas no es fácil anticiparlo. Confluyen siempre tantas circunstancias… ¡Y personas!

La idea de un proyecto en Internet, o fuera de Internet, que se convierta en dinero puede estar en todos los rincones de la vida, de la economía, de las ciencias… y de la mente de cualquier persona. Pero el camino que lleva de las musas al teatro, o sea, el recorrido entre el sueño a los beneficios, es arduo. Detrás de una idea hay un autor que tiene que saber empujarla por el camino adecuado cosa que no siempre sucede. Algunas nos cambian la vida y hacen a sus dueños millonarios. Otras van de una a otra ronda de ampliación de capital y no logran transformarse en economía «real».
«El ratio de éxito» que manejan los inversores en «startups» es de 1 de 10. Algunos llegan a 2 de 10…
¿Por qué tantas ideas fracasan? ¿Por qué otras aciertan? Y ¿por qué los inversores no suelen tener un ratio de aciertos más alto…? ¿Falla la “vista”? ¿O el acompañamiento en la ejecución de la idea…?
En Internet hay negocios de éxito en el mundo del vino, del menaje de hogar, de la alimentación, de los viajes, de los coches, de la inmobiliaria, la cosmética, la medicina, la moda, la literatura y la música, el arte, los zapatos, los relojes, las aplicaciones móviles, el sexo, los juegos, la mujer, la educación, los niños…¡Sería interminable la lista!

@AlejandroVesga, Director de la revista Emprendedores, en una entrevista de Radio Vitoria, habló de los «frikinegocios» ¡que también existen! Por ejemplo vender balas para matar «zombies», pantalones antirrobo de carteras, o transformar las cenizas de un fallecido en un CD…

Pasar de emprendedor a empresario implica recorrer un buen trecho. Hacer que una idea se convierta en dinero necesita pasión, trabajo, persistencia, acompañamiento, gestión, equipos… ¡y dinero, claro!
Las tendencias que mueven y van a mover la sociedad descubrirán nuevos negocios. ¿Qué oportunidades abren ante nosotros la dependencia, la tercera edad, la salud, el ocio, la tecnología, las ciencias de la vida, la medicina, la psiquiatría, la astrología, la naturopatía, el deporte, la alimentación, la atención a las personas solitarias, los «singles», la justicia, la sociedad civil, los países emergentes… ¡Tampoco aquí hay límite!
¿Cómo descubrir esos huecos de «necesidades» que nadie siente pero que esperan que alguien las despierte? ¡Misterio! Esas “necesidades que nadie necesita» es en lo que creía Steve Jobs y en ellas trabajó e hizo lo que hizo. Incluso con nuestra forma de vivir y de trabajar. E inspiró a muchos otros a seguir.
Y como ya es sabido la llamada «economía digital» lo va a envolver todo, lo va a cambiar todo. ¡Atentos!

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¡Los millonarios no dan envidia…! Aunque nos toque a nosotros pagar el pato de los impuestos…

Esos yates enormes que reposan en los puertos deportivos de Palma de Mallorca, Puerto Banús, Alicante, Barcelona, Mónaco, Porto Cervo, Palm Beach… son un espectáculo admirable.
Yates  atracados en el puerto deportivo de Montecarlo
Nos paseamos delante de ellos, tomando un helado y comentando con nuestra pareja:

-«Mira: aquel azul, tiene el mástil más alto. ¡Qué maravilla! ¿Y ese otro? Por lo menos medirá 50 metros…»

Algunos de los barcazos pertenecen a personajes famosos, pero la inmensa mayoría no tienen propietario conocido.

Esas fortunas flotantes, expuestas sin pudor ante los ojos del mundo, esconden detrás todo un tinglado de ingeniería financiera, que los hacen opacos, invisibles, a los recaudadores de impuestos.

¡¡Pero no nos dan envidia!! Aunque nos toque a nosotros empresarios, autónomos, trabajadores, pensionistas… pagar el pato del Iva, del Irpf, del impuesto de sociedades y de todos los etcéteras que nos imponga Hacienda. Es como si «ellos» fueran extraterrestres, libres de nuestras cargas de humildes terrícolas, y aceptamos con total normalidad esa diferencia.

Y seguimos nuestro paseo contemplando el espectáculo de esa fascinante belleza de esloras descomunales y exóticas banderas.

La riqueza inaccesible, la que excede de nuestra capacidad de ponerle ceros a una fortuna, nos sobrepasa. Pertenece a otra galaxia. Ellos están allí y nosotros aquí a inabarcables años luz de distancia…

No quiero parecer demagogo. Es únicamente una observación en la que, repentinamente, he caído en cuenta.

Hay cosas que tomamos por descontado en nuestras vidas y, de repente un día, sin saber por qué vas y las miras desde otro ángulo.

Desde el lado opuesto de esa realidad, nos suele ocurrir algo parecido al ver una escena de una humanidad que se muere de hambre y de sed en África. Aunque sientas la punzada de la «injusticia divina» nos toca a tal distancia de nuestro confort cotidiano que pensamos, «pobrecitos, que mala suerte haber nacido allí y qué suerte la nuestra de haber nacido aquí…» Es otra realidad que no nos alcanza.

Para no meterme en más honduras, y hablando de los millonarios, quiero decir que la inevitable recaudación de impuestos les toca de refilón. Los denominados por Hacienda «contribuyentes», somos los transparentes y alcanzables ciudadanos corrientes.

Carmen Alcaide, en su artículo «Las indeseables subidas de impuestos» («El País» Negocios -domingo 6 de junio-) dice: «También habría que investigar más las rentas que se escapan de impuestos equivalentes al IRPF a través de sociedades más o menos interpuestas…

Algunos tipos de fraude permiten las mayores injusticias en el tratamiento fiscal de las rentas.»

Pero el común de los mortales aceptamos, en general, esta situación con cierta resignación o conformismo y ¡sin envidia! que es lo extraordinario.

La envidia nos muerde sólo con las cosas más cercanas como el coche nuevo que se ha comprado el cuñado o las cortinas que ha puesto la vecina…

Esos hermosos yates, inmóviles durante meses en sus amarres, seguirán siendo el punto de atracción turística de privilegiadas ciudades marineras. Y, con seguridad, producirán trabajo y riqueza a talleres, tripulaciones, transportistas, suministradores, comercios de lujo, etc, etc… Pero vaya usted a saber lo que no habrán movido muchos de sus “propietarios” para escurrir lo que nos toca asumir a los «contribuyentes» de toda vida…

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