¿Podremos ser capaces de enseñar a los jóvenes cómo es el futuro en el que van a vivir?

Mi amigo Guillermo Viglione en su columna del domingo 19 de junio de El Diario Vasco (http://bit.ly/laeFDg), recordaba el examen de «Selectividad»- tremenda palabra- que aprobó ¡hace 28 años…!

 Resumo lo que cuenta Guillermo: 

De Matemática -dice- solo recuerda sumar, restar, multiplicar y dividir… 

De Físicas y Química sus «sólidos» conocimientos, «a los dos días del examen ya eran líquidos. Después se evaporaron hasta ser gaseosos…»

De Geografía Política aun recuerda mucho pero «en estos años un tercio de los países han cambiado sus fronteras, sus nombres, su bandera, su régimen político o todo a la vez«.

De Geografía Física, «grandes lagunas«.

De Filosofía, solo está seguro de que «Sócrates no perteneció a los Presocráticos…»

De Historia, «sopa de letras y fechas«.

De Latín, «no podría recitar una sola frase de Cicerón o Virgilio«.     

Muchos de nosotros podemos compartir las mismas reflexiones de Guillermo.

¡Y lo mismo les ocurrirá a los jóvenes que hacen tan sólo unas semanas han superado su «Selectividad». 

El mundo ha dado una vuelta de calcetín pero el sistema educativo sigue igualito que el de nuestros abuelitos.

Que nuestros hijos y, sobre todo, nuestros nietos continúen hasta la «Selectividad» con temarios casi idénticos a los que seguimos nosotros, cuando menos me parece anormal.

¡Les estamos enseñamos el pasado! Y no diré que, en parte, sea malo porque el pasado hay que conocerlo para no repetir errores…Pero el Mundo vive hoy una aceleración tan vertiginosa que, o les abrimos a los jóvenes, desde niños, una ventana para que puedan mirar lo que está ocurriendo o les confundiremos.

Muchos se descuelgan de su futuro porque no lo ven. De ahí que España sufra el más alto nivel de fracaso escolar de Europa: 31%

¿Cuantas legislaturas tendrán que transcurrir todavía para que los responsables políticos se enteren y adapten el «qué» y el «cómo» de la enseñanza para acompasarla con los cambios, tecnológicos, científicos, profesionales…que están pasando y lo estamos viendo?

Los enseñantes, en su mayoría, tampoco están en onda con lo que está sucediendo.

Si les preguntara, por ejemplo, como pregunté en un foro de empresarios, qué es la nanotecnología, probablemente recibiría la misma respuesta que recibí en aquel foro: ninguna.

Y lo que significa esa palabra, unida a la de «Ciencias de la Vida», está causando ya una revolución empresarial en EEUU que nos va a tocar a fondo.

¿Hacia dónde dirigirán los jóvenes sus pasos profesionales y vitales si no saben cómo va a ser la sociedad en la que vivirán?

¿Cómo van a responderse a esa pregunta de «qué quiero ser de mayor…»? 

¿De dónde saldrán los emprendedores si no contemplan, desde pequeños, la película del precioso mundo que les está esperando?

Antonio Garrigues Walker suele decir que «el futuro ya no es lo que era«. Y tiene razón.

Ni la arquitectura, ni la energía, ni la medicina, ni la alimentación, ni la agricultura… ni nada será como era.

Para verlo, echad una mirada a este link de Juan Enríquez,(http://bit.ly/iqc49d) fundador del Proyecto Ciencias de la Vida de la Harvard Business School y presidente de Biotechonomy…

¡No dejéis de hacerlo sobre todo si tenéis hijos pequeños…!

San Bernardo de Claraval, fundador del Cister y hombre de gran influencia en su tiempo, siglo X!!, decía:

– «Nosotros vemos más lejos en el futuro porque estamos subidos sobre los hombros de nuestros antepasados.»

Pero el futuro que San Bernardo podía vislumbrar se parecía mucho a su presente. Su perspectiva era de muy corto alcance. Solo los visionarios o los profetas veían más lejos.

Ahora la tecnología nos proporciona un telescopio de largo alcance.

Si no ponemos en marcha el nuevo «ecosistema educativo»  que deje mirar a la juventud por ese telescopio, otros países lo harán, lo están haciendo, y nos perderemos en la niebla de lo que va a venir.

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¡Siente la vida! ¡Haz caso de tus sentidos! ¡Despiértalos!

¿Qué haríamos sin ellos?

Imagínalo… Ciegos, sordos, sin tacto, sin percibir olores ni sabores…

¿Para qué serviría el atardecer? ¿Y la alegría sin la risa? ¿Y la caricia sin la piel? ¿Y la emoción sin la música? ¿Y un trigal sin verano y una vendimia sin vino…?
¿Para qué serviría la vida? Dímelo.

Disfruta de tus sentidos y dale gracias a la vida que te ha dado tantos.
Y si alguno te faltara, que los otros te colmen.
Si no ves, mira la Vida oyéndola, tocándola, oliéndola, bebiéndotela…
Y si no oyes, huele, saborea, toca, mira… Y así sucesivamente.

Pon lo que haga falta ¡pero déjate sentir!

La mente es una máquina de pensar y, a veces, nos impide sentir. 
Aunque sentir es antes que pensar. Recuérdalo.
Por eso, oye primero lo que sientes. Si no es cómo si no existieras.

Que las cosas pasen primero por tu corazón antes que por tu cabeza. No tengas miedo.

El domingo 3 de octubre oí en el Kursaal de San Sebastián a Chris Botti con su trompeta, a Aurelia Duca con su violín y a Lisa Fischer con su voz… Y lloré con la dulzura de la música.

Acepta que fluya tu corazón. Abre la puerta a tu consciencia. Tu alma te está esperando.

Y para que compruebes que es verdad lo que te digo, haz click aquí http://tinyurl.com/377hjee  No te digo más.

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No tomes ninguna decisión que te perjudique

No tomes ninguna decisión que te perjudique
No tomes ninguna decisión que te perjudique
Piénsalo.

Me lo dijo hace años una mujer con esa sabiduría que da mirar con detalle la Vida y a la gente.

La experiencia, quizás, no sea otra cosa que observar lo que sucede -y nos sucede- y sacar conclusiones.

Así debería trabajar el laboratorio de la vida. Experimentando y deduciendo consecuencias.

Así descubrió el hombre primitivo el efecto contundente de un palo. Y siguió experimentando. Y aprendiendo.

En realidad construimos lo que somos hoy y seremos mañana en función de lo que aprendimos ayer y de las deducciones, buenas o malas, que derivemos de nuestras experiencias.

No parece que todos los humanos seamos igualmente capaces de aprender de esas experiencias. Por eso se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra…

Aprender de nuestras actuaciones es esencial pero también enseña mucho mirar atentamente a nuestro alrededor. Lo que ocurre es que nos movemos por el mundo empujados por LAS EMOCIONES. Y las emociones pueden cegarnos. O darnos luz, si sabemos encaminarlas.

«Inteligencia emocional» es un gran concepto que Daniel Goleman divulgó en su inagotable libro publicado en 1995.

Esa rara habilidad de «usar las emociones con inteligencia» afirma Goleman que se puede aprender y LA EXPERIENCIA DEMUESTRA que resulta de enorme utilidad.

Las emociones tienen vida propia pero es posible orientarlas ¡o al menos intentarlo! para que «no nos hagan tomar decisiones que nos perjudiquen».

Hoy la intuición es también un valor en alza. De hecho hay expertos profesores que enseñan a empresarios a usar la intuición. Pero la intuición procesa impulsos, emociones, sensaciones, instintos… y experiencias.

En la sucesión interminable de encrucijadas en las que nos pone la vida siempre nos vemos obligados a optar. Ante esa elección inevitable, la única información de que disponemos muchas veces es la intuición, el «olfato», el instinto, las emociones… y la experiencia, que, de una u otra forma, se entremezcla con los otros factores. Para bien o para mal, como ya hemos dicho…

¿Cuál de estos caminos elijo?

¿A dónde me lleva cada uno?

¿Cuál tiene una salida de emergencia si me equivoco?

¿Cuál me conviene?

¿Cuál me puede llevar a donde, realmente, no quiero ir?
-«Hay gente que no mide las consecuencias de sus propios actos». Una frase hecha pero muy cierta. Lamentablemente no siempre somos conscientes de las repercusiones de lo que hacemos. Por eso hay que reflexionar. Y si alguien te dice: – «Eres un egoísta. Debes pensar primero en los demás», aunque parezca cínico, no sigas ese consejo al pie de la letra porque es insano y tiene trampa…

Piénsalo bien para que no tomes ninguna decisión que te perjudique…

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