El 8 de enero de 2024 embarcamos 11 personas desconocidas entre nosotros en el “Costa Nord”, un velero de 22 metros, para atravesar el Atlántico, desde Lanzarote hasta Martinica en el Caribe.
El impulsor de la aventura, Miguel Ángel Tobías, la llamó “ATLÁNTICO, navegantes del Alma”. Se trataba de hacernos brotar lo que cada uno de nosotros llevamos en el profundo sótano de nuestra mente.

Sacar a flote eso que navega en nuestro interior entre olas y vientos, calmas y tormentas, días y noches que nos trae de regalo la vida viviéndola.
En las más de cuatro semanas de navegación se grabó un documental, no editado todavía, de la convivencia compartida desconectados de la vida acostumbrada.
Sin llamadas, sin mensajes, sin puertas que se abren y cierran. Sin idas y ni venidas, sin ese me voy a dar una vuelta, vuelvo en un rato… Sin nada de lo que pasa en la “vida normal”.
Dejamos atrás familia, proyectos, responsabilidades. Nos atrevimos a explorarnos en una “nueva dimensión”.
Hasta que no puse el pie en el barco no pensé con detalle en lo que sería la experiencia de vivir, flotando en medio del inmenso mar sin poder decir “¡para un poco!”, O “me bajo aquí”…
Algunos amigos y familia me decían si de verdad me daba cuenta de donde me metía y mi respuesta era que sería una experiencia Vital, cuando todavía tenía 79 años ¡y toda la vida, no vivida, por delante!
Siempre me ha impulsado en la vida la curiosidad. Y siempre estar aprendiendo de lo desconocido. Y el ayudar en lo que pueda para sentir la felicidad del egoísmo de dar… ¡Pero de eso ya hablaremos!
Entre el cielo y el mar he encontrado momentos de serenidad; y de reflexionar en que mi vida sin AMOR, hubiera sido una vida malgastada.
Y en eso continúo reflexionando. Y deduciendo que en todo lo que es VIDA, sin Amor no existiría…
Virus como el odio, y esas “contra fuerzas” que arrasan a nuestro alrededor alguna explicación tendrán… ¿Será quizás por el poder que da luchar para ganar y decir yo tenía razón”…?
Cruzar el Atlántico, además de todo lo demás, me ha hecho reiniciar una nueva Primavera ¡con 80 años que no siento como tales!
Concluyendo: lo que me traje del Atlántico, además de mi alma serena, también la que me enseñaron mis 10 amigos, navegantes del Alma, ya amigos para siempre…
Y en los años que me queden por delante los voy a llenar de AMOR. De todo el Amor que me cabe en el ALMA.
Amén!


