Si las mujeres fueran curas… ¿lo harían mejor?

Después de hacer la primera comunión fui monaguillo. En aquellos tiempos se celebraba la misa de espalda a los feligreses y en latín.

Al contrario que en la católica en algunas iglesias cristianas de Inglaterra, USA.... las mujeres pueden ser sacerdotes e incluso obispos. Reverenda Ulla Momberg

– «Introibo ad altare Dei», decía el cura.

– «Ad Deum qui laetificat juventuten meam.» respondía yo sin tener ni idea del significado de aquellas palabras.

¡Ojo que esto no ocurría en tiempos de las catacumbas! ¡Ya existía la televisión!

Todo aquello daba a las ceremonias eclesiásticas un carácter mágico. Eran tiempos oscuros y la gente necesitaba buscar valores superiores. Creer.

Y llegó un gran cambio a partir del Concilio Vaticano II, convocado por el Papa Juan XXIII, que finalizó en 1965.

Las iglesias se reformaron. Pusieron el altar en medio del ábside y al sacerdote mirando de frente a los fieles. La misa y los rezos se empezaron a hacer en castellano, o en catalán, o en euskera, francés, italiano…

¡Qué gran impacto! Pero desde entonces casi todo en la Iglesia ha permanecido inmutable.

Probablemente sufran un inmovilismo parecido el islamismo, el budismo… y otras religiones.

¿Cuál es la razón de que, en un mundo que cambia tan vertiginosamente, haya cosas como la Iglesia católica que permanezcan inmutable? ¿Es por conformismo? ¿Es debido a una estrategia claramente elegida?

Ayer asistí a un funeral y salí deprimido. Y no por el muerto ¡sino por observar a los vivos!

Los cinco ancianos sacerdotes que oficiaban lo hacían con su mejor intención pero se percibía en ellos, rutina, reiteración, falta de convicción, tedio, lejanía… Parecían hombres con las fuerzas agotadas y el espíritu exhausto.

Si no emites pasión, en el oficio de cura y en cualquier otro, estás acabado.

La misión de la Iglesia, desde que San Pedro la fundó, es trasladar al Mundo el mensaje que le encargó Jesús pero para que ese mensaje llegue, debe reponer a sus mensajeros.

¿Cuántos años le llevaría a la Iglesia una evolución que le sirva para conectar con el siglo XXI? Probablemente, una vida.

Imagino que la Iglesia de Europa nada tiene que ver con la de África, Sudamérica, o Asia… Pero la IGLESIA ha sido la primera «multinacional» de la Historia, y para seguir siendo global, debe adaptarse a circunstancias sociales, morales y tecnológicas, profundamente distintas.

Tiene que parecerse más a la sociedad real y esa sociedad, entre otras cosas, ha dado paso a la MUJER en toda su plenitud. La Iglesia católica no puede dejar ese tema eternamente de lado.

La gran palanca que puede remover a la Iglesia de su conformismo es la Mujer. Por su versatilidad, su capacidad de adaptación, su iniciativa, su persistencia, su fortaleza, su cercanía con lo real y su energía impulsora.

¿A quién le corresponderá ponerse al frente de esa revolución? ¿Qué Papa asumirá ese liderazgo?

La mujer va a cambiar el Mundo. Es un hecho. Si grandes estructuras como la Iglesia católica no lo asumen… Quizás «inventen» ellas otra Iglesia. ¡Yo me apuntaría!

Seguro que conseguirían hasta el apoyo del mismo Dios…

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¿Países «listos» y países «tontos»…?

España tiene cosas estupendas pero en otras no logramos salir del pelotón de cola de Europa.
¿Será cosa de nuestro modo de ser? Por ejemplo, tenemos la tasa de abandono escolar más alta de los países de la Unión: más del 30%.

¿Qué nos pasa? ¿Dónde y cuándo tiene que generarse en los niños y los jóvenes ese impulso por aprender, por formarse por progresar? ¿Es en el sistema educativo? ¿Es en la preparación y la actitud de los profesores? ¿Es en las familias? ¿En los hábitos sociales?…

Un estudio realizado en Alemania, Reino Unido, Francia y España por la consultora de recursos humanos Cegos, sitúa también a nuestro país en niveles inferiores a los otros países analizados en cuanto al esfuerzo que las empresas dedican a mejorar la formación de su personal.

Los trabajadores españoles declaran en mayor porcentaje (34%), que en sus empresas no se realiza ninguna actividad formativa. ¡Impresionante! Y eso a pesar del «negocio» que sindicatos y patronales hacen manejando los Fondos de formación…

¡Y queremos crecer, competir, innovar, ser más eficientes… y salir de la crisis a la misma velocidad que nuestros colegas europeos de la «primera división»!

La crisis, precisamente, ha hecho que descienda, aún más, la inversión en formación de las empresas españolas. Si en Alemania, Reino Unido y Francia, según el estudio de Cegos, las empresas han disminuido sus inversiones en formación entre un 5% y un 8%, en España, y también en Grecia y Portugal, el descenso ha sido entre el 15% y el 25% en 2009…

Progreso y formación van de la mano. Una cosa no se entiende sin la otra. Incluso si miramos a algunos países productores de petróleo a los que la riqueza les viene como de regalo, necesitan «importar personas» con la preparación técnica que ellos no generan. Para explotar esa riqueza cambian petróleo por formación, la materia prima inevitable.

Las previsiones de los economistas dicen que China, (1.330 millones de habitantes) e India (1.147 millones) adelantarán a los Estados Unidos antes de quince años. Ambos países suman el 40% de la población mundial (más de 6.000 millones de personas).

Por poco que estos dos países apuesten por la formación, generarán muchos más ingenieros, técnicos y científicos que los que puedan producir los Estados Unidos con una población de unos 310 millones de habitantes…

Los chinos que salían a estudiar fuera de su país hace unos años y se quedaban a trabajar en Estados Unidos, Inglaterra, Francia… Ahora, los que van a estudiar a universidades extranjeras, -y lo hacen en número creciente- regresan todos y, con nuevos bagajes de ciencia, cultura y tecnología…

Es cierto que actualmente las tremendas diferencias sociales de esos países resultan inaceptables, pero será también la formación la que acorte las distancias hacia una mayor igualdad.

Los países «listos», con su gente bien formada, saldrán adelante mejor que los países «tontos», con personas que no alcancen los niveles de formación que exige el cambio que esta viviendo el mundo.

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Bip, bip! ¿Me recibes? ¿Me recibes?

Como estudiante fui disperso. Me aburría.

Los que realmente me aburrían eran los profesores. Algunos. Otros me fascinaban porque sabían volar por encima de los libros de texto, de los temas, de los apuntes…
Hacían bien su trabajo. Eran buenos educadores. Los otros eran malos enseñantes.

La diferencia entre «educar» y «enseñar» me la explicó un cura que, pese a sus 80 años, sigue tan en forma como cuando le conocí. Se llama Evaristo Larrea y lo que aprendí con él ha sustentado muchos principios en mi vida.

Dice Evaristo que «enseñar» es lo que hacen los malos maestros: se ponen frente a sus alumnos y les enseñan, o sea, les «muestran», lo que ellos saben.

Como ese aburrido catedrático que, desde su estrado, suelta un rollo que domina, pero sin tener la menor preocupación por lo que ocurre en la mente de sus alumnos y a eso le llamamos enseñanza.

No hay comunicación. Emisor y receptor están en distinta frecuencia.

– “Bip bip ¿Me recibes? ¿Me recibes?”

¿Qué es «educar»? La palabra viene del latín, educere, que quiere decir «sacar». Sacar del alma de la persona, buscar en ella, producir impulsos para que se mueva y se interrogue…

Nadie debería identificarse con la profesión de «enseñante». Me recuerda al exhibicionista que abre su gabardina en las cercanías de un colegio…

Aprender es un proceso vital que nace en el interior de uno mismo y en ello tiene mucho que ver la estimulación de la curiosidad, del interés por el descubrimiento, de activar el motor de la imaginación… Eso es educar. Y es lo que tambien intentamos nosotrso como padres

Recuerdo a Don Santiago, a Don Terencio, a Don Ignacio, a Don José Luís… Mis maestros. Se curraban sus clases para cambiar el paso del libro de literatura o de filosofía o de economía o de recursos humanos… Por ellos conocí a otro Lazarillo de Tormes, a otro Cela, otro Aristóteles…

Dicen que la cultura es aquello que nos queda después de haberlo olvidado todo…

Lo que yo NO he olvidado es lo que aprendí de mis buenos: a buscar la visión lateral, emocional, no siempre evidente, que tienen las cosas. Eso es lo que despierta el interés, base en la que se apoya el proceso de aprender.

El aprendizaje, para que sea inolvidable, debe estar muy cerca de las emociones. Por eso un educador, padre o maestro, al fin y al cabo, tiene que ser un ilusionador, un creador de imágenes mentales, un estimulador de emociones.

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