¿Tienes en cuenta el rastro que estás dejando en Internet?

Mi cuñado Curro tiene una memoria prodigiosa. No sólo recuerda detalles minúsculos de su vida si no también de la vida de los otros.

Cenando ayer con él, saludó en el restaurante a un amigo que no veía desde hacía 20 años. ¡Lo dejó boquiabierto!

-Pero ¿cómo es posible que te acuerdes de tantos detalles, de nombres, fechas, momentos… de mi propia familia? -le preguntó su amigo.

-Una memoria como la mía -respondió Curro-  tiene el gran inconveniente de que recuerdas todo, incluso lo malo…y eso a veces hace sufrir…

El memorión de mi cuñado me hizo pensar en “La Memoria Imborrable de Internet”, el Gran Poder del Siglo XXI. Después, quién sabe…

Internet lo archiva todo. Y Google lo encuentra… O Yahoo, o Microsoft…

Eric Schmidt, Consejero Delegado de Google, decía en una entrevista publicada en agosto por «The Wall Street Journal» que en el futuro algunos jóvenes querrán tener el derecho de cambiar sus nombres para borrar el rastro que dejaron en las redes sociales y en los navegadores…

El mal uso que, a veces, se hace de estas cosas tan a nuestro alcance, puede tener en el futuro consecuencias demoledoras para nuestra «reputación personal». De hecho ya las están teniendo para algunos que han perdido una oportunidad laboral o no han sido aceptados en algún centro docente, o se les ha escapado un acuerdo comercial…  

Hoy escribes en el buscador el nombre de una persona que acabas de conocer o que quieres contratar y te encuentras con inesperadas sorpresas: noticias que le incluyen en actividades no muy claras, negocios que no conocías, procesos judiciales, opiniones manifestadas… Cosas que están ahí, imborrables, en la Red.

Ya no hay Agencia de Protección de Datos que valga ni Derecho a la intimidad que nos proteja. Nada escapa a Internet. Para lo bueno y para lo malo.

Cuidar de nuestra reputación personal en Internet es ya un tema de relevante actualidad. Las grandes marcas ya están ocupándose seriamente de ello.

Para empezar, el sistema educativo debería incluir una nueva asignatura que enseñe a los jóvenes, desde la ESO, el uso responsable de Internet, Facebook, Tuenti, Twitter, Tumblr… y lo que vaya viniendo… teniendo en cuenta la huella digital que dejamos detrás y sus impredecibles efectos.

La naturaleza nos ha proporcionado a los humanos un cerebro con memoria para almacenar recuerdos pero también con la capacidad de olvidarlos… ¡Afortunadamente! Porque olvidar es imprescindible para nuestra salud mental.

Pero La Red no olvida. No borra nada… Al menos, por el momento.

Deberíamos pedir a los colegios y universidades en los que estudian o estudiarán nuestros hijos, sobrinos, nietos… que les enseñen el buen uso de Internet y de las redes sociales para defenderse de la Memoria Eterna de Internet. Asignatura obligada para estos tiempos.

Estudiar historia sigue siendo importante, pero resulta que ahora nosotros escribimos en Internet la nuestra propia y puede quedar registrada para siempre. A no ser que algo cambie.

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REALIDAD VIRTUAL

¡Los rusos invaden de nuevo Georgia!

Aquí está la noticia http://www.20minutos.es/noticia/651607/3/ difundida ayer, 14 de marzo.

Afortunadamente, surgía de la creación de una «realidad virtual» que contenía todos los elementos visuales y periodísticos para resultar CREIBLE del todo.

Realidad virtual

Después del desmentido, el país pasó de un escalofrío de horror a la ira de la indignación, con el coste humano añadido de una mujer muerta.

La película «La cortina de humo» (1997), dirigida por Barry Levinson e interpretada por Dustin Hoffman y Robert de Niro, relataba cómo, para desviar la atención de un acoso sexual que afecta al presidente de los Estados Unidos, un asesor inventa una guerra con Albania y la digitaliza, desarrollando un complejo entramado que convierte un hecho virtual en algo que pasa a la historia de América…

Orson Welles creó en 1938 un serial radiofónico que relataba un aterrizaje marciano en Nueva Jersey. Se emitió como noticia urgente y el pánico llegó hasta Nueva York. Welles se había inspirado en la novela «La guerra de los mundos», escrita en 1898 por Herbert George Wells.

Orson Welles tuvo que pedir disculpas pero el efecto de verosimilitud lo había logrado.

¿Amstrong puso realmente el pie en la luna en julio de 1969…?

¿Qué fue de las armas de destrucción masiva en Irak…?

¿Bin Laden es un invento…?

¿Tuvo Franco un doble que le sobrevivió, como cuenta la película de Antonio Mercero, «Espérame en el cielo» (1988)?

Decía mi amigo Eduardo Adsuara: -«Hay gente que tiene la mente tan pequeña que no les cabe la menor duda…»

Lo que pasa es que la tecnología y la comunicación pueden ahora hacer tan real lo virtual que cualquier cosa nos la podríamos creer casi «sin la menor duda»…

O, por el contrario, ¿ya no nos creemos casi nada, al tener la certeza de que lo virtual y lo real son confundibles?

En Facebook, y otras redes sociales, hay infinidad de «personajes virtuales», identidades falsas creadas para moverse por Internet observando, actuando, infiltrándose, suplantando…

-«Yo he creado ya diecisiete «avatares»…». Lo oía ayer en una conversación.

Sé, y sabemos todos, de empresas que crean esos perfiles para vender «ideas» en las redes sociales. Y, con intenciones distintas, algunas personas «viven» sus propias «second life»…

Sin entrar en la cuestión ética ni en otras profundidades, lo cierto es que la distancia que separa hoy la verdad de la mentira es tan sutil que, a veces, podíamos decir que lo virtual es más real que la vida misma.

Probablemente el único «reality» creíble que tenemos a mano sea el de Belén Esteban, dejando a parte el fotoshop de su operación de la revista «Semana»…

Por lo demás, hay que andarse con mucho cuidado. Y, hablando del mundo «virtual», no conviene fiarse más que de los amigos «reales e identificables» que tenemos en Linkedin, Xing, Twitter, Facebook…

¡Dejad siempre muy abiertas vuestras mentes para que os quepan todas las dudas, que uno ya no puede fiarse de nada!

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¿Más «borregos» que antes?

El 3 de marzo de 2010 asisto en Barcelona a la Jornada de AECEM FECEMD sobre «Coolhunting y Web 2.0».

La dirige Víctor Gil, autor del libro «Coolhunting: El arte y la ciencia de descubrir tendencias».
Manada de ovejas
Uno de los asistentes interviene y plantea que, antes de la penetración de Facebook y de otras redes sociales, «éramos como borregos» que seguíamos lo que decían las Marcas. Ahora podemos dar nuestra opinión y conocer lo que dicen otros usuarios…

El ponente de la jornada, Víctor Gil, responde planteando una pregunta: «¿No seremos ahora más borregos que antes?»

En su interesante exposición, Víctor Gil nos había hablado de las «habilidades» que proporciona el «Coolhunting» para anticipar tendencias y explicó, muy visualmente, la diferenciación entre NOVEDAD, TENDENCIA y MODA.

Ante la cuestión de si «ahora seremos o no más borregos», hizo algunas interesantes reflexiones.

Decía Víctor Gil que los medios de comunicación tradicionales, al ser «tendenciosos», consiguieron que las redes sociales subieran en credibilidad.

Antes, los medios de comunicación, la familia, la Iglesia…, que ahora están en plena crisis, nos daban «referencias».

Ahora lo que seguimos en las redes sociales es lo que dicen «los demás», la «muchedumbre», sostenía Víctor Gil.

Pero lo que dicen «los demás» -afirmaba Gil- no es más creíble y, de hecho, la confianza en esas opiniones, está empezando a cambiar en el perfil más avanzado de usuarios de Internet.

Hay desconfianza en los blogs porque, se sabe que, algunos, reciben «contraprestaciones». Y ciertas recomendaciones que pueden seguirse en las redes, generan dudas porque también están condicionadas.

Esto hacer que, los que antes desconfiaban de las marcas, vuelven atrás.

Comentaba Víctor Gil que el fenómeno de las redes sociales «tampoco se puede afirmar que haya llegado para quedarse definitivamente».

Empieza a haber gente que se siente controlada por el «grupo» y, como pasa en la vida de los pueblos, que todos se enteran de todo, resulta oprimente.

Hay personas que se están dando de baja de su red. Algunas Webs ayudan a hacerlo…

Del individualismo hemos pasado a la sociabilidad y el «buen rollo» de las redes sociales, para algunos, ya no es apetecible.

¿Serán esos los que empiezan a sentirse «borregos»?

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