-«Reconozco que corro, pero controlo mucho…».
-«Este coche es muy seguro…»
-«¡Por dos copitas no pasa nada! Estoy perfectamente…»
-«Es muy difícil que yo tenga un accidente. Siempre voy con cuidado…»
-«Llevo años andando en moto y sólo me he caído dos veces…»
Conducir implica un riesgo permanente pero lo olvidamos.
El accidente nos acecha. Y no pretendo agobiar. Digo lo que es. Te distraes un segundo y tu vida, la de tu familia, la de tus amigos, y la del conductor con el que has colisionado… pueden quedar destrozadas.
La «percepción del riesgo» que corremos al volante se adormece con el tiempo. Nos automatizamos y circulamos sin pensar. Eso nos hace más vulnerables.
Tiene gracia que hayan impuesto una ITV para los coches, las motos, los autobuses, camiones… pero a nosotros, los conductores, sólo nos miran la tensión, la vista y el oído cuando vamos a renovar el carné.
¡Sin embargo, se ha demostrado que nosotros, el «factor humano» es el desencadenante de la inmensa mayoría de los accidentes!
A los conductores se nos supone inalterables, cuando constituimos el elemento más sensible y peligroso de los que intervienen en el tráfico.
A no ser que nos pillen hablando por el móvil, o con unas copas de más, o superando el límite de velocidad, nadie nos hace caso. Sólo, al recibir «el palo», te puedes plantear «¡Vaya mierda! ¡300 euros y 2 puntos! A mí no vuelven a pillar». Y, temporalmente algo cambia en nuestra manera de conducir.
Cuando ves con detalle estadísticas de muertes en la carretera, y compruebas, entre otras cosas, que es la primera causa de mortalidad juvenil, que el 60% de los accidentes del fin de semana son de jóvenes entre 18 y 25 años, que entre el 30% y el 50% de las muertes en la carretera son causados por el alcohol, que un pasajero del asiento trasero sin cinturón, en una colisión, golpea al que va delante con la fuerza de una bola de acero de 1200 kilos…
Bueno, ¡esto no es una campaña de la Dirección General de Tráfico! Estoy reflexionando. Y me ha impulsado a ello un curso, «recomendado» por la DGT, ¡para recuperar seis puntos de mi carné de conducir!
¿Para qué me ha servido? Evidentemente, para recuperar 6 puntos y para hacer una «ITV personal» de mi nivel del «sentido del riesgo».
He visualizado situaciones, datos e informaciones que me han revuelto el alma y me han hecho recordar que somos seres humanos frágiles y rompibles como cristales. Nos olvidamos de que, conduciendo, manejamos un arma letal.
Por muchas desgracias sufridas a nuestro alrededor, no escarmentamos en cabeza ajena. Por eso creo que ayudaría salvar más vidas, una ITV para los conductores. Al menos cada dos años o tres años. Aunque sea cortita. ¡Y, además, podría hacerse por Internet! Y también en las autoescuelas, con lo que no sería un mal negocio para ellas…
Esa ITV nos haría periódicamente consicientes de lo que llevamos entre manos.