«Spot» fue un regalo que le hizo su novia a mi hijo Gonzalo.
-¡Vaya regalo envenenado! le decía yo. ¡Ya verás lo que es ocuparse de él, organizarte entre sus pises y cacas, no poder ir y venir a tus anchas, y con quién lo dejas si te surge un viaje, etc…!
Total, que «Spot» entró por la puerta de casa de mi hijo y le cambió la vida. Y, de paso, la de toda la familia.
Aquel peludo cachorro de Bearded Collie llenó de ternura el corazón de Gonzalo y de compañía sus paseos, sus escapadas de surf a Francia, su stress en las reuniones sabiendo que el perro llevaba diez horas sin salir…
Olivia y Gonzalo se casaron. Y vino Nicolás. Y «Spot» cuidaba de él como un hermano mayor.
-¿Os importa quedaros con el perro este fin de semana?
-¿Puede estar unos días en vuestra casa que me voy de viaje?
– Cuando nazca Carla, si pudierais tener a «Spot» las primeras semanas…
Total, que entre una cosa y otra, «Spot» se acostumbró a tener dos casas. Y dos dueños.
Al principio le costaba separarse de Gonzalo. Se quedaba tristón y medio deprimido. Pero terminó haciéndose a la idea. Y a que su casa, en realidad, fuera la mía. Y al revuelo de la familia alrededor. Y al disfrute de nuestros paseos nocturnos. Y a tumbarse en el jardín como una vaca debajo de la lluvia. Y a correr detrás de sus palos y balones…
– ¡A mí me hubiera gustado reencarnarme en Spot! comentaba un amigo…
«Spot» es el perro de Gonzalo, pero también el mío. Eso lo hemos tenido claro los tres.
¿Por qué se puede querer tanto a un perro?
Yo creo que por el Amor sin reservas que te da, por la alegría de su alegría, porque te acompaña, porque responde, porque te hace sentir que te quiere, porque le importas, porque te necesita pero no exige, porque nunca está de mal humor, porque te perdona sin reservas, porque iría contigo al fin del mundo sin preguntar, porque te lo dice todo sin pronunciar palabra… Y porque la Naturaleza ha hecho las cosas así de prodigiosas.
Esto quizás lo entiendan quienes han tenido al lado un buen amigo perro. Comprendo que les pueda parecer una idiotez a los que no.
El día de Navidad, 25 de Diciembre, «Spot» murió a las 8’ de la tarde, después de una mala neumonía y de 10 entrañables años. Gonzalo, mi cuñado René y yo estuvimos con él. Los tres días y sus tres noches anteriores transcurrieron entre la esperanza y los malos presagios.
Ahora tengo un agujero en el alma y los espacios que ha ocupado en mi vida están vacíos. Le echo de menos en todos los lugares de la casa, en todos los momentos, en todos los silencios. Pero no en mi corazón.
Hemos llorado a «Spot» más que a un amigo, porque ha sido más que un amigo.
Así de inolvidable, sorprendente y aleccionador puede ser el Amor que te deja un perro compañero.
Necesitaremos un tiempo para recomponernos de su ausencia.