‘Busco un emprendedor dispuesto a recibir el alma que llevo acumulada’- Juanjo Azcárate.

elmundo.es

(Publicado en ElMundo.es el 10/07/2015): Serie de entrevistas extractadas del libro de Iñaki Ortega, director de Deusto Business School, ‘Millennial. Inventa tu empleo’, editado por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

NOMBRES CON HUELLA – Juanjo Azcárate

 

‘Busco un emprendedor dispuesto a recibir el alma que llevo acumulada’

 

  • Es el consejero delegado de CCC desde hace 45 años y fundador de Contrapunto, insta a seguir los cambios de tecnología, sociedad y tendencias
  • «Muchos jóvenes ponen en marcha proyectos que creen que les van a resolver la vida y no resisten la mínima prueba del algodón»
  • «Decir sí es una muy buena educación: sí al esfuerzo. Eso es fundamental; la voluntad es lo primero que hay que educar»

 

  • El consejero delegado de CCC, Juan José Azcárate.

El consejero delegado de CCC, Juan José Azcárate. SERGIO ENRÍQUEZ

Por IÑAKI ORTEGA (@InakiOrtega)

Consejero delegado desde hace 45 años de CCC (Cursos Comerciales por Correspondencia), empresa de educación a distancia de referencia en nuestro país, con más de 75 años de vida, una oferta de capacitación para 280 profesiones y 3 millones de alumnos formados de más de 80 países. Juan José Azcárate ha sido también socio fundador de la agencia de publicidad Contrapunto, socio fundador de la empresa de marketing Dimensión y fundador de la patronal de economía digital española ADIGITAL.

Ha invertido en más de una docena de proyectos emprendedores entre los que se encuentra Womenalia. Para Azcárate lo más disruptivo de su trayectoria ha sido: «Adaptarme continuamente a los cambios, que yo represento gráficamente con tres círculos. Por un lado, la tecnología, que hay que seguirla de cerca; luego la sociedad, cómo cambia la sociedad, y finalmente las tendencias. En la intersección de esos tres círculos es donde se encuentra finalmente el punto, la gatera por la que colarte y encontrar las oportunidades que te pueden diferenciar. Por ahí he intentado entrar siempre con mis empresas».

 

1. ¿Por qué, a la vista de los datos de desempleo y de actividad de nuestro país, es tan difícil crear empleo?
Una crisis tan larga como la actual hace que los mercados mengüen; en nuestro país además hemos dejado de tener más de dos millones de personas, entre inmigrantes y jóvenes; es una sociedad que envejece también. Si a esto le añadimos una recesión mundial, un Oriente que además de ser fabricante está tomando la delantera en la tecnología, la tormenta parece perfecta. Tenemos que luchar contra el miedo a la situación que acabo de describir que hace que las empresas no se atrevan a contratar. Para crear ese futuro la única materia prima que existe es el optimismo. La política en este sentido puede ayudar mucho; por ejemplo, engrasando el sistema y produciendo un entorno de optimismo. Si las empresas se dejan contagiar por el miedo, están -estamos- perdidos.
2. ¿Qué reformas son necesarias para estar más cerca de las cifras de actividad y de desempleo de las economías más dinámicas? ¿Qué echas de menos de esas economías?
Hay que recordar que en nuestro país se creó mucho empleo vinculado a la construcción, pero cuando ese sector cayó fue como un tsunami para toda la economía y, de repente, nos encontramos con que salen a flote nuestras debilidades: nunca hemos sido un país de grandes tecnologías y, en cambio, sí el país del «que inventen ellos». Ahí está el problema, por eso la respuesta a la pregunta y a lo que yo he visto en otras partes del mundo es más innovación y más tecnología. Ahora, ¿cuál es el futuro? Pues a mí cuando me preguntan por el nuevo paradigma yo suelo contestar con tres palabras: «Yo qué sé» (risas). Porque, claro, la vida está cambiando de tal manera, tan profundamente, que nadie tenemos ni idea, sobre todo teniendo en cuenta la velocidad a la que se está produciendo el gran cambio. El otro día leí a Juan Enríquez, un inversor en las ciencias de la vida que trabaja en Estados Unidos. Decía que lo digital ya es pasado y que ahora lo que tiene sentido son las ciencias de la vida, la biotecnología. Todo lo que esté relacionado con el genoma humano, con la calidad de vida de las personas, la salud, la enfermedad, el desarrollo de nuevos alimentos… por ahí va a ir el futuro.
3. ¿Recuerdas el primer empleo que creaste? ¿Y el último?
Fue en CCC. En realidad esa empresa nunca ha dejado de crear empleos en toda su existencia, precisamente porque ha tenido que reinventarse periódicamente: del vinilo al casette, de ahí al cd, luego a internet, ahora los moocs… Aunque donde realmente tengo la sensación de haber creado empleo fue en la agencia de marketing directo Dimensión, que creé de la nada junto con mi amigo Santiago Rodríguez y empezamos a contratar personas, los primeros licenciados que salían de la Universidad de Ciencias de Comunicación de Bilbao. Los últimos empleos creados han sido a través de Womenalia. Aunque quiero decir que yo no me siento contratista, sino ayudante. «¿Pero no eres el alma mater de CCC?» me preguntan cuando comento esto último. Les respondo que el motor es la estructura de personas que forman la empresa. Yo lo único que intento hacer es traer gasolina para que esos motores funcionen. A veces me temen; cuando me he ido de viaje de trabajo y vuelvo, dicen: «Qué traerá esta vez este tío que nos hará cambiarlo todo de nuevo». Esa es mi misión.
4. ¿Qué demandas prioritariamente de un profesional para contratarle en tu empresa?
Yo lo resumo en una palabra: sonopro (que es el resultado de juntar soluciones y no problemas). Quiero gente que me dé soluciones, no problemas, y a veces cuesta acostumbrar a la gente a que no haga cosas de este tipo: «Te paso este asunto que me ha llegado, a ver qué te parece», no, perdón, primeramente tú lo miras, lo valoras y me das tu solución, y luego ya lo vemos. Eso para mí es fundamental, encontrar gente así. Y yo lo que necesito son, ya no empleados, sino emprendedores, y ahora estoy buscando algún emprendedor que se atreva a recibir el alma que yo llevo acumulada para que de alguna manera inicie un futuro de otros 75 años por delante.
5. ¿Cuáles crees que serán las profesiones más demandadas en el futuro cercano? ¿Qué habilidades recomiendas reforzar a las nuevas generaciones?
Todo lo relacionado con las ingenierías, las ciencias o las matemáticas va a ser muy relevante en la empresa. Por ejemplo, el tratamiento de las bases de datos, el encontrar profesionales que te permitan, con absoluto respeto a la privacidad, saber qué es lo que quiere el ser humano. Pero no solo de matemáticas vive el hombre, sino que también es necesaria otra inteligencia para poder sacar deducciones. No es todo cuestión de números, sino la interpretación de esos números. Hubo un tiempo en que hablábamos mucho de inteligencia emocional, y pienso que sigue siendo fundamental. Una persona sin inteligencia emocional, sin capacidad de comunicarse e interrelacionarse en este mundo en el que vamos a vivir, es un inútil. Sin esas habilidades que te permitan ser capaz de transmitir tus ideas, de expresarlas, de convencer, de negociar, no puedes ir a ningún lado. Una vez escuché lo siguiente a un gran directivo de la industria del automóvil: «De todo lo que aprendí en mi vida lo más importante y lo que más me ha servido es lo que me enseñó una profesora de secundaria, que nos ponía como tarea diaria cuando nos íbamos a casa: escribir un rato, hacer una redacción. Cuando volvíamos a clase al día siguiente, sin leerla, ya lo leía ella, teníamos que explicar en viva voz ese relato. Nos enseñaba a expresarnos por escrito y verbalmente. De todas las cuestiones que he aprendido en mi vida, muchas las he olvidado y ninguna me ha sido tan útil en mi vida profesional como esta». Y los idiomas. Yo tengo ahora mismo un amigo que se ha ido a vivir a Ginebra con toda su familia, niños incluidos, y le pregunté el otro día: «¿Qué están haciendo tus hijas en Suiza, qué estudian?». Me respondió. «Mis hijas están haciendo idiomas. Mira, es la mejor carrera que pueden hacer en su vida; luego ya harán otras cosas, pero ya que son jóvenes, idiomas a muerte, y si pueden tener cinco, pues cinco». Y tiene razón; yo creo que eso es fundamental, el mundo es global y la comunicación, cuanto más cómoda resulte, mejor. Cuando mi abuelo fundó CCC, en realidad lo hizo porque se le ocurrió la idea de inventar los cursos de idiomas. Pensó que después de la guerra civil no habría profesores de inglés en los colegios y se pateó toda España, en tren, en autobús, para ofrecer a los colegios esas herramientas que él consideraba básicas. Mi abuelo venía de vivir en Inglaterra y en Francia, entendió que los colegios tenían que enseñar idiomas. Tuvo mucho éxito porque muchos lo compraron, pero no lo suficiente para nuestro país porque por desgracia en el sistema educativo no primó aquello. España ha estado siempre retrasada en ese tema, no se ha entendido la influencia que podía tener, y ahora pagamos las consecuencias. A mí cuando me dicen qué desgracia la migración de los jóvenes, que si se están yendo y todo eso… no lo comparto. Yo tengo a mi abuelo, que ha sido emigrante (se fue de este país), y conozco en mi propia familia el verdadero resultado de lo que supuso para mi abuelo irse fuera. Creció en todos los aspectos, y yo estoy seguro de que todos estos jóvenes que se han ido van a crecer en cultura, en idiomas, en capacidades, en entender la vida, en reflejar y en aprender de otras cosas que luego pondrán en práctica allí o aquí, donde sea. Porque en este momento -otra cosa que suelo repetir- un joven no debe comprarse un piso con una hipoteca en pleno siglo xxi, eso es atarse a un ancla y lo que debe tener son alas para poder volar e irse a Oriente, a Australia o a donde sea que pueda aprender cosas.
6. ¿Qué valoras especialmente de la generación que nació de 1978 a 1988, los llamados millennials, como fuerza de trabajo?
Mi amigo Francisco Ibarra ha escrito un libro tituladoCualquier tiempo pasado fue peor. Es verdad, hay generaciones de jóvenes -vete por el mundo y las conocerás- esquilmadas por guerras brutales. Nosotros también hemos pasado en España por la guerra civil; esas sí que han sido generaciones terribles que han tenido que recuperarse de traumas insuperables. Nuestros jóvenes tienen un único trauma, el del confort, o sea, el trauma de una educación recibida, de un sistema que permite acceder a multitud de ayudas, que te permite tenerlo todo muy cómodo y unos papás que te dan la sopa boba. ¿Te cuento rápidamente un chiste? Es un chico de 34 años que vive con su madre, se levanta de casa por la mañana y le dice a su madre: «Oye, mamá, he tenido un sueño rarísimo, he soñado que toda la casa estaba llena de sal y yo me levantaba de la cama y andaba hacia la cocina, donde tú estabas por el pasillo, todo lleno de sal… Y tú no me dabas el desayuno, fíjate, con 34 años me dabas de mamar. ¿Qué querrá decir ese sueño?». Su madre le responde: «Pues está clarísimo, hijo, está clarísimo: sal de casa, mamón». (Risas). Saca del nido a tus hijos, que vuelen cuanto antes solos, es la mayor felicidad que podemos tener los padres, verles volar. Pero a pesar de todas esas cosas que acabo de comentar, la generación que tenemos delante, los millennials, se puede comer el mundo. Tengo un amigo, Ignacio Muguruza, que tiene un fantástico hotel y restaurante. En su día fuimos socios en otro restaurante que montamos en San Sebastián; mi amigo era el cocinero. Un día, con mi nieto mayor, entramos en su cocina y él con su vozarrón le dijo: «Alex, siéntate ahí, ¿qué ves, qué ves?». El chico le respondió: «Mucha gente». «No, pero mira bien, mira bien, ¿qué ves?». Y mi nieto añade: «Pues no sé, que están trabajando mucho, que tienen mucho movimiento». «No, pero mira, mira mejor» le insiste mi amigo. «Pues no sé» se da por rendido el chaval, y entonces le responde: «Pues mira, ese es de Senegal, ese es de Colombia, esa es de Perú… ¿Sabes por qué están aquí? Están aquí porque dicen sí». Y pega entonces un golpe tremendo en el mostrador: «Y dicen sí a que yo mañana viernes tengo una boda y el sábado dos, una al mediodía y otra de noche y dicen sí a venir y estar aquí. Mira, ese gana 3.500 euros, aquel que es cocinero llega hasta 4.000… -y empieza a describir lo que ganaban-, y sin embargo hay otros que se quedan con el aita y la ama, fumando porros y dicen no. Pues ahí se van a quedar, porque otros les van a quitar el sitio. En la vida di siempre sí». Esa era, me pareció, una reflexión brutal, que yo se la recuerdo a mi nieto: siempre hay que decir sí, nunca sabes por dónde vas a encontrar el camino, pero diciendo sí nunca te equivocas. Decir sí es una muy buena educación: sí al esfuerzo. Eso es fundamental; la voluntad es lo primero que hay que educar.
7. Las nuevas empresas se han convertido en la esperanza para mejorar la economía de los territorios. ¿Ves mejoras en los últimos años respecto al ecosistema emprendedor?
Sí, claramente se ha avanzado, y es justo reconocerlo. Aunque en ocasiones pienso que nos hemos pasado de frenada. Hemos generado una burbuja en la que parece que todo es posible. Muchos jóvenes ponen en marcha proyectos que creen que les van a resolver la vida y no resisten la mínima prueba del algodón. Me encuentro con cantidad de errores de emprendedores que se focalizan en el sueño de su idea sin entrar a tocar tierra. «Aterriza esa idea y conviértela en posible» me empeño en trasladarles, para que salgan de la burbuja, donde todo parece demasiado fácil.
8. Se habla mucho de los intraemprendedores como profesionales clave en la empresa. ¿Es fácil conciliar el espíritu innovador de estas personas con la disciplina que impone un puesto de trabajo y el plan estratégico de la compañía?
Tengo que decir que yo me he encontrado en mis negocios con ese tipo de gente, con profesionales dispuestos a dejarlo todo, a dejarse la piel, a no tener horas, a trabajar con una dureza y con una intensidad brutal. En la empresa no puedes perder de vista nada y el día a día es fundamental, porque si no resuelves el hoy, el mañana no existe. Por eso necesitas equipo, gente como tú, intraemprendedores. Tienes que estar muy atento a lo que pasa en el mercado, qué hace la competencia, tienes que mirar por dónde ir para hacer productos diferenciales, pero diferenciales no a quince años vista… mucho más allá. Tienes que descubrir nuevos valores en tus productos y en tus técnicas de venta, mejorar la calidad y los sistemas para acceder al mercado, entrar en lo digital… Para eso tienes que tener gente que esté, como tú, sin dormir, que viva intensamente la manera de solucionar las cosas hoy para que ese mañana, como he dicho antes, siga existiendo.
9. Por mucho talento que haya en tu plantilla siempre hay más personas válidas fuera de tu empresa. Cada vez son más las grandes empresas en todo el mundo que usan la innovación abierta para idear nuevos productos o servicios o mejorar su oferta. ¿Compartes la afirmación de Christiansen de que aquellas grandes empresas que no tengan en cuenta a los emprendedores morirán a medio plazo?
Mi consejo es tener un radar activo 7×24. Un escáner permanentemente en marcha y atento a todo lo que pasa a tu alrededor o en las empresas punteras. Con el talento -si lo tienes dentro, que seguro que así es- lo que debes hacer es dejarlo crecer, regarlo para que esa planta evolucione. Para ello tus trabajadores tienen que sentirse provocados por lo que hace la competencia, atentos a lo que está ocurriendo en otros sectores del mundo, aunque sean muy diferentes al tuyo. Por ejemplo, ahora, en un sector tan maduro como el del automóvil: qué nuevos usos, cuáles son los nuevos consumidores, cómo serán los coches conectados, qué efectos tendrán en los parkings, autopistas, gasolineras… Y lo que no tienes en tu empresa, esa gente brillante que está fuera y que tiene más hambre que nosotros… pues úsala. Nosotros la innovación abierta, esa especie de externalización del talento, la usamos mucho. Por ejemplo, si necesitas algo relacionado con el mundo de big data, a lo mejor lo encuentras en un emprendedor vecino tuyo. En una economía como la que estamos, tenerlo todo dentro y en casa no se lo puede permitir nadie, ni siguiera Google o General Electric. En mi caso, como en el de cualquier pequeña empresa, hay que buscarlo… Y está ahí, os lo aseguro, ronda muy cerca.
10. Si pudieses volver atrás en el tiempo, ¿qué decisión en relación con tu empresa dejarías de tomar y cuáles otras reforzarías para afrontar con éxito el futuro?
Yo he fallado muchas veces, he conocido la crisis de los 70, los 80, los 90, la de los 2000, o sea, las he conocido todas. De todas hemos salido adelante, no solamente por reducir los costes, sino por inventar cosas para tener más facturación, inventar productos, canales, medios, nichos de mercado… Al final eso ha sido lo decisivo. Pero si hay una cosa de la que yo te puedo confesar que me arrepiento es el no haber estado en Madrid, el no haber tenido la empresa en Madrid. La desventaja competitiva que supone no estar allí donde se mueven las cosas, allí donde hay talento para repartir, donde tienes el acceso directo a herramientas, a contactos, eso es un lastre en una empresa como la nuestra, en la que la comunicación resulta clave. Eso me ha supuesto a mí estar todas las semanas en Madrid, pero no es lo mismo que tener a toda tu gente en Madrid. Es que Madrid es ya el centro del sur de Europa donde todo sucede, donde encuentras las herramientas, las personas, los contactos, la viabilidad, la rapidez y puedes viajar en el mismo día a Nueva York, Londres, París, Berlín… o Ucrania, donde hemos estado hace bien poco para tener contacto con colegas. La velocidad de acceso es muy importante, porque el mundo no está aquí en tu parcelita. El mundo está por ahí, tienes que conocer qué es lo que hacen otros como tú en otros sectores y, por supuesto, en el propio. Esa accesibilidad es la que yo echo de menos en mi tierra vasca, porque el esfuerzo, el hándicap de no estar conectados que hemos tenido aquí, es muy grande. Y es de admirar cómo después de eso y de toda la brutalidad del terrorismo que hemos vivido, todavía hayamos sido capaces de mantenernos al frente de determinadas tecnologías e incluso ser referentes en exportación. Eso demuestra que los obstáculos se pueden saltar.

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