Imagínalo… Ciegos, sordos, sin tacto, sin percibir olores ni sabores…
¿Para qué serviría el atardecer? ¿Y la alegría sin la risa? ¿Y la caricia sin la piel? ¿Y la emoción sin la música? ¿Y un trigal sin verano y una vendimia sin vino…?
¿Para qué serviría la vida? Dímelo.
Disfruta de tus sentidos y dale gracias a la vida que te ha dado tantos.
Y si alguno te faltara, que los otros te colmen.
Si no ves, mira la Vida oyéndola, tocándola, oliéndola, bebiéndotela…
Y si no oyes, huele, saborea, toca, mira… Y así sucesivamente.
Pon lo que haga falta ¡pero déjate sentir!
La mente es una máquina de pensar y, a veces, nos impide sentir.
Aunque sentir es antes que pensar. Recuérdalo.
Por eso, oye primero lo que sientes. Si no es cómo si no existieras.
Que las cosas pasen primero por tu corazón antes que por tu cabeza. No tengas miedo.
El domingo 3 de octubre oí en el Kursaal de San Sebastián a Chris Botti con su trompeta, a Aurelia Duca con su violín y a Lisa Fischer con su voz… Y lloré con la dulzura de la música.
Acepta que fluya tu corazón. Abre la puerta a tu consciencia. Tu alma te está esperando.
Y para que compruebes que es verdad lo que te digo, haz click aquí http://tinyurl.com/377hjeeNo te digo más.
Todos guardamos un recuerdo especial de algunos de nuestros maestros. Definitivos recuerdos que nos han marcado el camino en la vida.
Voy a saltarme hoy, sin olvidarlo, el duro capítulo de esas otras imborrables experiencias que demasiados niños y jóvenes han soportado…
Ayer vi un póster en la calle que decía:
HOMENAJE AL MAESTRO «… Y a los demás profesores y profesoras que me enseñaron algo en la vida. Perdón y Gracias.»
30 de septiembre 2010. Organizado por la FAD «Fundación de Ayuda contra la Drogadicción» www.fad.es
Lee Iacoca, el hombre que creó el Ford Mustang y que en los años ochenta reflotó la Chrysler, cuenta en su autografía:
«Si me preguntaran los nombres de los profesores que tuve en la universidad, no podría recordar más de tres o cuatro, pero aún me acuerdo de los nombres de los maestros que moldearon mi mente y mi carácter en el colegio.»
Explica Iacocca que, con trece años, su profesora de noveno grado, la señorita Raber, le enseñó «lo más importante que aprendió en la escuela: a comunicarse con los demás».
Cada lunes, la señorita Raber obligaba a sus alumnos a presentarle una redacción de quinientas palabras y luego trabajaban sobre ella.
«Uno puede tener ideas brillantes, pero si no eres capaz de expresarlas adecuadamente, de poco sirve el talento».
Iacocca afirma que la señorita Raber fue trascendental para su formación posterior.
De hecho él atribuye gran parte de su éxito en la vida a las habilidades de comunicación que aprendió de su maestra.
Yo también tuve una señora Rubino en francés y un Don Santiago en filosofía y un Don Terencio en literatura y un Don Ignacio en ciencias… que me dieron pautas claves en mi vida.
¡Por ellos, por mis profesores, me uno al HOMENAJE AL MAESTRO de la FAD!
Me ha gustado lo de «perdón y gracias» que se lee en el póster. Quizás yo hubiera puesto primero «gracias» y luego «perdón»… Aunque, muchas veces, no hay mejor manera de dar las gracias que saber pedir perdón.
Pido perdón a mis maestros, por lo difícil que les hice su trabajo y les doy las gracias por todo lo que me dieron.
La película «The Emperor’s Club» (2002) transcurre en el St. Benedict, un elitista colegio americano. Cuenta la historia de un gran maestro, William Hundert, interpretado por Kevin Klein, que inspira a sus alumnos para hacer de ellos personas honestas, responsables y apasionadas por aprender.
«Por mucho que tropiece, un profesor debe confiar siempre en que, con el aprendizaje se puede cambiar el carácter de un chico y así, el destino de un hombre», sostiene el profesor Hundert.
La película termina cuando un grupo de alumnos se reúne con su profesor, veinte años después de salir del colegio, y le entregan una placa que dice:
«Un buen profesor tiene poca historia propia que contar. Su vida pasa a otras vidas. Los profesores son los pilares de la estructura más íntima de nuestros colegios. Son más fundamentales que las piedras o que las vigas. Y siguen siendo una fuerza impulsora y una energía reveladora que nos guía en nuestras vidas. Gracias.»
Se enfrentó a ellas sin miedo ni pereza ni vergüenza. Como muchos de los abuelos de principios del siglo XX.
Con 19 años cruzó los Pirineos para evitar el servicio militar…Vivió en Francia, Inglaterra, Argelia y Bélgica. Fue un emigrante, como tantos otros, que puso los medios para salir adelante y encontrar un futuro.
Su vida estuvo llena de riesgo y aventura, alegría y sufrimiento, vacas gordas y flacas, optimismo y buen humor…
De él aprendí cosas que han inspirado mi vida.
– «Llegarás donde quieras llegar. Serás lo que crees que puedes ser. Casi todo va a depender de ti. No culpes a nadie. Tú eres quien ha de poner los medios y el esfuerzo…»
A los humanos, y más cuando somos jóvenes, nos cuesta darnos cuenta de las cosas. Y el tiempo se escapa, a veces, sin enterarnos de nada.
– «Quiero vivir la vida«, oyes decir a algunos quinceañeros que, todavía, no han entendido la cosa.
Bueno….yo también tuve mis quince años gilipollas. Tampoco entendí a la primera lo que mi abuelo me iba sembrando. Pero lo sembraba. Y lo regaba con estímulos. Por eso fue germinando.
Nunca me dijo «tonto», «inútil», «nunca harás nada», «con todo lo que nos sacrificamos por ti» «eres un vago…» NO. Nunca me dijo eso. ¡Todo lo contrario!
Muchas familias y muchos maestros desconocen o no saben utilizar los recursos positivos, tan efectivos para animar y empujar a la gente.
– «Eso de que fulanito ha tenido mucha suerte en la vida -decía mi abuelo- la mayoría de las veces tiene que ver con los medios que ha puesto para que esa suerte le llegue. Hay personas predestinadas a cuidar cerdos que se han convertido en grandes personajes y otros nacidos en buenas familias son unos desgraciados. ¡Nosotros construimos nuestra suerte!«
En España, una parte de la sociedad ha olvidado uno de los principios esenciales que construyen el progreso: la educación.
Los políticos, entretenidos en sus propios debates, no han caído en lo que estaba ocurriendo hasta que la contundencia de los datos les ha dicho que España es uno se los países más incultos de Europa.
Cuando nos ha ido bien y la economía tiraba, no hemos apretado y exigido lo suficiente a los jóvenes el sacrificio de estudiar y esforzarse.
Estábamos adormecidos en el confort de sentirnos ricos para siempre.
Ni la escuela, ni los maestros, ni los padres, ni el sistema en general han puesto las ganas y la pasión que hacen falta para estimular la necesidad de formarse.
¡Qué suerte tuve con mi abuelo! A él le sobraba pasión, inspiración y positivismo que son los recursos que sirven para hacer crecer a las personas.
Si emites pasión recibes pasión.
Creo que la sociedad y nuestros políticos han emitido aburrimiento y es lo que recogemos. Por eso nos va a costar más que al resto de la Unión europea salir de la crisis.
-«Cuando empiezas a plantearte que las cosas no van como quisieras– aseguraba mi abuelo-, cuando sientes que deberías cambiar ¡hazlo! Tu instinto te dice la verdad«.
Hoy más que nunca recuerdo a mi abuelo. Tenía razón. Se fue en 1979 pero su fuerza me acompaña siempre.