«Si quieres decir la verdad a la gente, sé divertido o te matarán»

Esta frase es de Billy Wilder (1906-2002) y tiene gracia, pero va en serio.

Wilder  hizo, probablemente, las películas más divertidas de la historia del cine. 

Ingenioso, sarcástico y genial, Billy Wilder proyecta una visión ácida del mundo pero con esa «coña» que nos hace disfrutar en sus películas de las situaciones más tortuosas. Verdades como puños pero que hacen reír.  Ahí están:

«Con faldas y a lo loco», «El apartamento», «Berlín-occidente», «Irma la dulce», «En bandeja de plata», «La tentación vive arriba», «El mayor y la menor», «Qué ocurrió entre tu padre y mi madre»…. ¡Y las que me dejo!  Merece la pena volver a verlas TODAS.

El humor es esa pomada que suaviza la cruda realidad. Porque La Verdad no es fácil de tragar. ¡No nos gusta oírla! (¿Quieres que te diga la verdad…?)

    – » Ja ja ja ja. ¡Qué divertido! ¡Cómo se ha metido con el Presidente! ¡Qué cosas ha dicho!  Ja ja ja…»

Los humoristas tienen licencia para decir lo que les da la gana. Se les acepta casi todo. Dominan el arte de bromear hasta con lo más sagrado. Y no pasa nada. O casi nada…

Me refiero, claro, a países en los que uno puede expresar lo que piensa. No hablo de lugares en los que el humor es inaceptable. Allí no puedes reírte ni de ti mismo. La risa está terminantemente prohibida.

A Martin Luther King le mataron por sus verdades. Y a JF Kennedy, y a John Lennon, y a Gandhi… Y así la historia se ha escrito con la sangre de quienes dijeron verdades, que muchos no querían oír.  

No es cosa de broma. La verdad desnuda entraña serios riesgos. Es un proyectil que va directo al corazón. Y hace daño.

Sin embargo, nuestra vida rebosa de desencuentros por no saber decir verdades envueltas en desenfadado o en una sonriente distancia…

La inteligencia del humor es la forma más aguda y eficaz de la inteligencia.

Muchas personas carecen de ese don. Han nacido así.  Otras sin embargo son profesionales de meter la verdad con el calzador del humor y la simpatía y consiguen lo que no está escrito…

Humor, cercanía, sonrisa… La gente acepta con la broma lo que de ninguna otra forma estaría dispuesta a tolerar. (¡No te consiento que me hables así!)

En resumen: para moverte por la vida, usa la vaselina del humor.

¡Sé divertido o divertida, incluso en las situaciones más serias! Dale ese «toque» inteligente a todo lo que comuniques. Lo digo en serio.

Políticos y empresarios, esposos y esposas, padres e hijos, maestros y abogados, médicos e ingenieros, escritores y community managers…

No utilicéis la severidad porque es escasamente eficaz.

Usa la magia de la simpatía, la estimulante alegría del humor. No sabes todo lo que puedes lograr ni cuántas actitudes negativas puedes convertir en positivas. ¡Ya verás!

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¿Tienes en cuenta el rastro que estás dejando en Internet?

Mi cuñado Curro tiene una memoria prodigiosa. No sólo recuerda detalles minúsculos de su vida si no también de la vida de los otros.

Cenando ayer con él, saludó en el restaurante a un amigo que no veía desde hacía 20 años. ¡Lo dejó boquiabierto!

-Pero ¿cómo es posible que te acuerdes de tantos detalles, de nombres, fechas, momentos… de mi propia familia? -le preguntó su amigo.

-Una memoria como la mía -respondió Curro-  tiene el gran inconveniente de que recuerdas todo, incluso lo malo…y eso a veces hace sufrir…

El memorión de mi cuñado me hizo pensar en “La Memoria Imborrable de Internet”, el Gran Poder del Siglo XXI. Después, quién sabe…

Internet lo archiva todo. Y Google lo encuentra… O Yahoo, o Microsoft…

Eric Schmidt, Consejero Delegado de Google, decía en una entrevista publicada en agosto por «The Wall Street Journal» que en el futuro algunos jóvenes querrán tener el derecho de cambiar sus nombres para borrar el rastro que dejaron en las redes sociales y en los navegadores…

El mal uso que, a veces, se hace de estas cosas tan a nuestro alcance, puede tener en el futuro consecuencias demoledoras para nuestra «reputación personal». De hecho ya las están teniendo para algunos que han perdido una oportunidad laboral o no han sido aceptados en algún centro docente, o se les ha escapado un acuerdo comercial…  

Hoy escribes en el buscador el nombre de una persona que acabas de conocer o que quieres contratar y te encuentras con inesperadas sorpresas: noticias que le incluyen en actividades no muy claras, negocios que no conocías, procesos judiciales, opiniones manifestadas… Cosas que están ahí, imborrables, en la Red.

Ya no hay Agencia de Protección de Datos que valga ni Derecho a la intimidad que nos proteja. Nada escapa a Internet. Para lo bueno y para lo malo.

Cuidar de nuestra reputación personal en Internet es ya un tema de relevante actualidad. Las grandes marcas ya están ocupándose seriamente de ello.

Para empezar, el sistema educativo debería incluir una nueva asignatura que enseñe a los jóvenes, desde la ESO, el uso responsable de Internet, Facebook, Tuenti, Twitter, Tumblr… y lo que vaya viniendo… teniendo en cuenta la huella digital que dejamos detrás y sus impredecibles efectos.

La naturaleza nos ha proporcionado a los humanos un cerebro con memoria para almacenar recuerdos pero también con la capacidad de olvidarlos… ¡Afortunadamente! Porque olvidar es imprescindible para nuestra salud mental.

Pero La Red no olvida. No borra nada… Al menos, por el momento.

Deberíamos pedir a los colegios y universidades en los que estudian o estudiarán nuestros hijos, sobrinos, nietos… que les enseñen el buen uso de Internet y de las redes sociales para defenderse de la Memoria Eterna de Internet. Asignatura obligada para estos tiempos.

Estudiar historia sigue siendo importante, pero resulta que ahora nosotros escribimos en Internet la nuestra propia y puede quedar registrada para siempre. A no ser que algo cambie.

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¿Cuántas personas no alcanzan hoy unos derechos fundamentales? ¿Qué pasa en esta sociedad?

Estados Unidos y el mundo, padecieron, desde la Gran Depresión del 29 hasta finalizada la Segunda Guerra Mundial, «su hora más crítica». Así definió esa época de la Historia el Presidente Franklin Delano Roosevelt (1882-1945)

Quince años terribles para la economía y para la gente.

Después de tanto sufrimiento Roosevelt sintió que la «Revolución Americana» no estaba concluida.

-«Es necesario -decía- impulsar una nueva era de esperanza»

-«Deberíamos  añadir nuevos Derechos que incluyan la seguridad económica y el poder disfrutar de una vida confortable.»

Roosevelt formuló su propuesta en lo que se denominó «The second bill of rights» como una segunda declaración de Derechos a añadir a la Constitución.  

Aquí están las palabras de Roosevelt pronunciadas el 11de enero de 1944 en lo que algunos expertos señalan como «el mejor discurso de un presidente de los Estados Unidos en el siglo XX»

  http://www.youtube.com/watch?v=fg6GbiLtBdw&feature=related 

Estos son los 8 Derechos que incluye.

1- Derecho a un trabajo útil y remunerado en las industrias, comercios, granjas o minas de la nación.
2- Derecho a un ingreso suficiente para proveer a una adecuada alimentación, vestuario y recreación.
3- Derecho de todo productor agrícola a cultivar y vender sus productos y a obtener un retorno que le permita a él y a su familia una vida decente.
4- Derecho de todo comerciante, grande o pequeño, a comerciar, en lo interno y lo externo, en una atmósfera libre de toda competencia injusta o dominada por monopolios.
5- Derecho de toda familia a una casa decente
6- Derecho a un cuidado médico adecuado y a la oportunidad de lograr y disfrutar de buena salud.
7- Derecho a la adecuada protección frente a los temores económicos provenientes de de la edad, la enfermedad, los accidentes o el desempleo.
8- Derecho a una buena educación.

La propuesta de Roosevelt revolucionaba la idea de los Derechos sociales. Tuvo una repercusión universal pero jamás fue aprobada por el Congreso de los Estados Unidos.

Roosvelt murió un año más tarde. No pudo ver el final de la Guerra Mundial ni luchar para conseguir su sueño de ver promulgados esos Derechos. 

¿Lo habría logrado de haber vivido unos años más…? Con toda seguridad hubiera cambiado la vida de los norteamericanos y también la del Mundo.   

Hoy algunos de esos Derechos, recogidos en las Constituciones de muchos países «civilizados», los consideramos fundamentales pero resultan inalcanzables para millones de seres humanos. 

Muchos de ellos viven junto a nosotros, pero la sociedad en general y los políticos en particular no tienen tiempo de ocuparnos de ellos… ¡Hay tantas cosas que hacer!

Y continuamos impasibles nuestro camino mirando, a veces, hacia otro lado.

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