Yo te enseñaré el camino… ¡luego tú tendrás que encontrar el tuyo!

Todos guardamos un recuerdo especial de algunos de nuestros maestros. Definitivos recuerdos que nos han marcado el camino en la vida.

Voy a saltarme hoy, sin olvidarlo, el duro capítulo de esas otras imborrables experiencias que  demasiados niños y jóvenes han soportado…

Ayer vi un póster en la calle que decía:

 HOMENAJE AL MAESTRO «… Y a los demás profesores y profesoras que me enseñaron algo en la vida. Perdón y Gracias.» 

30 de septiembre 2010. Organizado por la FAD «Fundación de Ayuda contra la Drogadicción» www.fad.es

Lee Iacoca, el hombre que creó el Ford Mustang y que en los años ochenta reflotó la Chrysler, cuenta en su autografía:

«Si me preguntaran los nombres de los profesores que tuve en la universidad, no podría recordar más de tres o cuatro, pero aún me acuerdo de los nombres de los maestros que moldearon mi mente y mi carácter en el colegio.»

Explica Iacocca que, con trece años, su profesora de noveno grado, la señorita Raber, le enseñó «lo más importante que aprendió en la escuela: a comunicarse con los demás».
Cada lunes, la señorita Raber obligaba a sus alumnos a presentarle una redacción de quinientas palabras y luego trabajaban sobre ella.

 «Uno puede tener ideas brillantes, pero si no eres capaz de expresarlas adecuadamente, de poco sirve el talento».

Iacocca afirma que la señorita Raber fue trascendental para su formación posterior.
De hecho él atribuye gran parte de su éxito en la vida a las habilidades de comunicación que aprendió de su maestra.

Yo también tuve una señora Rubino en francés y un Don Santiago en filosofía y un Don Terencio en literatura y un Don Ignacio en ciencias… que me dieron pautas claves en mi vida.

¡Por ellos, por mis profesores, me uno al HOMENAJE AL MAESTRO de la FAD!

Me ha gustado lo de «perdón y gracias» que se lee en el póster. Quizás yo hubiera puesto primero «gracias» y luego «perdón»… Aunque, muchas veces, no hay mejor manera de dar las gracias que saber pedir perdón.

Pido perdón a mis maestros, por lo difícil que les hice su trabajo y les doy las gracias por todo lo que me dieron.

La película «The Emperor’s Club» (2002) transcurre en el St. Benedict, un elitista colegio americano. Cuenta la historia de un gran maestro, William Hundert, interpretado por Kevin Klein, que inspira a sus alumnos para hacer de ellos personas honestas, responsables y apasionadas por aprender.

«Por mucho que tropiece, un profesor debe confiar siempre en que, con el aprendizaje se puede cambiar el carácter de un chico y así, el destino de un hombre», sostiene el profesor Hundert.

La película termina cuando un grupo de alumnos se reúne con su profesor, veinte años después de salir del colegio, y le entregan una placa que dice:

 «Un buen profesor tiene poca historia propia que contar. Su vida pasa a otras vidas. Los profesores son los pilares de la estructura más íntima de nuestros colegios. Son más fundamentales que las piedras o que las vigas. Y siguen siendo una fuerza impulsora y una energía reveladora que nos guía en nuestras vidas. Gracias.»

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Mi abuelo… ¡ese sí que supo salir de las crisis!

1929. Mi abuelo, Juan Morera (30 años), en Windsor, con mi abuela, una amiga de la familia y mi madre.

Se enfrentó a ellas sin miedo ni pereza ni vergüenza. Como muchos de los abuelos de principios del siglo XX.

Con 19 años cruzó los Pirineos para evitar el servicio militar…Vivió en Francia, Inglaterra, Argelia y Bélgica. Fue un emigrante, como tantos otros, que puso los medios para salir adelante y encontrar un futuro.

Su vida estuvo llena de riesgo y aventura, alegría y sufrimiento, vacas gordas y flacas, optimismo y buen humor…

De él aprendí cosas que han inspirado mi vida.

– «Llegarás donde quieras llegar. Serás lo que crees que puedes ser. Casi todo va a depender de ti. No culpes a nadie. Tú eres quien ha de poner los medios y el esfuerzo…»

A los humanos, y más cuando somos jóvenes, nos cuesta darnos cuenta de las cosas. Y el tiempo se escapa, a veces, sin enterarnos de nada.

 – «Quiero vivir la vida«, oyes decir a algunos quinceañeros que, todavía, no han entendido la cosa.

Bueno….yo también tuve mis quince años gilipollas. Tampoco entendí a la primera lo que mi abuelo me iba sembrando. Pero lo sembraba. Y lo regaba con estímulos. Por eso fue germinando.

Nunca me dijo «tonto», «inútil», «nunca harás nada», «con todo lo que nos sacrificamos por ti» «eres un vago…» NO. Nunca me dijo eso. ¡Todo lo contrario!

Muchas familias y muchos maestros desconocen o no saben utilizar los recursos positivos, tan efectivos para animar y empujar a la gente.

– «Eso de que fulanito ha tenido mucha suerte en la vida -decía mi abuelo- la mayoría de las veces tiene que ver con los medios que ha puesto para que esa suerte le llegue. Hay personas predestinadas a cuidar cerdos que se han convertido en grandes personajes y otros nacidos en buenas familias son unos desgraciados. ¡Nosotros construimos nuestra suerte!«

En España, una parte de la sociedad ha olvidado uno de los principios esenciales que construyen el progreso: la educación.  

Los políticos, entretenidos en sus propios debates, no han caído en lo que estaba ocurriendo hasta que la contundencia de los datos les ha dicho que España es uno se los países más incultos de Europa.  

Cuando nos ha ido bien y la economía tiraba, no hemos apretado y exigido lo suficiente a los jóvenes el sacrificio de estudiar y esforzarse.

Estábamos adormecidos en el confort de sentirnos ricos para siempre.
Ni la escuela, ni los maestros, ni los padres, ni el sistema en general han puesto las ganas y la pasión que hacen falta para estimular la necesidad de formarse.

¡Qué suerte tuve con mi abuelo! A él le sobraba pasión, inspiración y positivismo que son los recursos que sirven para hacer crecer a las personas. 

Si emites pasión recibes pasión.

Creo que la sociedad y nuestros políticos han emitido aburrimiento y es lo que recogemos. Por eso nos va a costar más que al resto de la Unión europea salir de la crisis.

Cuando empiezas a plantearte que las cosas no van como quisieras– aseguraba mi abuelo-, cuando sientes que deberías cambiar ¡hazlo! Tu instinto te dice la verdad«.

Hoy más que nunca recuerdo a mi abuelo. Tenía razón. Se fue en 1979 pero su fuerza me acompaña siempre.

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«…ahora me arrepiento de no haber seguido con mis estudios»

“No les hice caso a mis padres… Ellos me decían: “es por tu bien…” Pero me aburría ir a clase. No me  interesaba nada todo aquello. Matemáticas, historia, geografía… ¡Qué coñazo! ¡Y los profes…!

 Total, que no terminé el bachillerato. Me puse a trabajar, me compré coche, luego el piso, me casé… y no es que me haya ido mal, pero habría podido llegar más lejos. La verdad es que he perdido oportunidades. Ahora me arrepiento de no haber seguido con mis estudios.”

Recientes Investigaciones sociológicas señalan que una de las frustraciones que marcan más a las personas es la de no haber logrado una mejor formación. Es un sentimiento que se manifiesta en todos los niveles educativos. Desde quienes no acabaron los estudios primarios hasta profesionales con titulación universitaria.

-«Siempre me ha pesado no ir a estudiar y a trabajar al extranjero.»

-«El inglés es mi asignatura pendiente…»  

-«Cuando acabé derecho tenía que haber hecho un MBA.»

España ostenta el lamentable record del fracaso escolar más alto de Europa en enseñanza secundaria: ¡roza el 30%!

Por eso, los concursantes del programa de Tele5 “La joya de la corona” (con edades comprendidas entre los 18 y 27 años), citan el Manzanares y el Danubio como algunos de los ríos más importantes de España, sitúan la Revolución francesa en el siglo XV y no identifican el Taj Majal cuando se lo muestran en una foto…

¿Qué estamos haciendo para que el mundo y nuestra sociedad interesen tan poco a tantos jóvenes? Su universo está en Facebook, messenger, las blackberrys… Para eso les sirve la tarifa plana de Internet. «Always on», pero «off» de la otra realidad. Conectan entre ellos. Pero ¿por qué les ayudamos tan mal a conectar con su futuro?  

En España 40.000 estudiantes se quedan cada año sin plaza para estudiar un grado medio de FP. Eso hace que muchos de ellos renuncien definitivamente a continuar su formación. Es lo que se llama el «abandono educativo temprano» que en nuestro país es 17 puntos superior a la media europea. ¡Gran record de nuevo!

Y otro dato deprimente: la mitad de los estudiantes, cuando llega a los 15 años, ha repetido algún curso. En este ambiente tan asfixiante de desinterés, desmotivación y falta de estímulos, se mueven nuestros jovencitos y jovencitas.

No extraña que muchos se harten y lo dejen todo, y se cuelguen de sus padres hasta la desesperación de ambas partes, porque lo de encontrar trabajo…

Pero nunca es tarde. Transcurridos unos años, esos jóvenes entienden el mundo que tienen por delante y buscan la manera de recuperar el tiempo perdido.

 “La verdad es que, si quiero encontrar curro, no tengo más remedio que ponerme a estudiar algo…”

Por eso la demanda en personas mayores de 18 años para sacarse el Graduado en ESO, o para conseguir un título de Formación Profesional, se están disparando. También las universidades ven aumentar el número de estudiantes mayores de 25 años.

En los tiempos de antes de la crisis, no eran necesarios grandes estudios para poner ladrillos y ganar un buen dinero. Ahora, para ganarlo, hay que poner los ladrillos de una buena formación. Y no hay más.

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